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un hecho que no todo el plástico que generamos se puede reciclar. Al igual que ocurre con el papel, el plástico no soporta ser reutilizado de manera infinita (es un proceso de infraciclado ó downcycling), y tras varios procesos de reciclado queda inservible teniendo como único fin acabar sus días en los vertederos, donde tardará mucho tiempo en ser reabsorbido y su descomposición producirá grandes dosis de gases de efecto invernadero, principalmente metano cuyo efecto es 24 veces superior al del CO2.
Muchos plásticos pueden arder y servir de combustible. A modo de ejemplo: 1 kg de polipropileno aporta en su combustión casi tres veces más energía calorífica que 1 kg de madera de leña; 1 kg de PET aporta igual energía que 1 kg de carbón; o 1 kg de polietileno genera igual energía que 1 kg de gasóleo. Pero, al tratarse de un proceso de combustión, se genera CO2 que es expulsado a la atmósfera y contribuye al efecto invernadero, así como otros compuestos gaseosos que pueden resultar tóxicos. Por ello, este proceso debe ir acompañado de controles y medidas de seguridad que eviten estos efectos dañinos.
En este punto es cuando aparece el concepto de reciclado energético que consiste en quemar para generar energía estos plásticos que dejan de ser útiles
Esta solución ofrece dos ventajas, la primera es que se dejan de llenar los vertederos con plásticos altamente contaminantes, y por tanto se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en las zonas donde se acumulan los deshechos; y por otro lado, se desarrolla un sistema de generación energética que se puede poner en marcha en el mismo momento en el que se necesite.
Una buena opción para el reciclaje energético de algunos residuos sólidos urbanos (RSU), como son el plástico, papel, textil y madera, son las plantas cementeras ya que el uso de éstos como combustible permite reducir las emisiones de efecto invernadero, ahorrar combustibles fósiles, recuperar la energía de los residuos, reducir la necesidad de crear vertederos y sus emisiones de gas metano, y finalmente, reducir el coste energético del país.
El propio diseño de las plantas cementeras tiene unas características que hacen que la combustión de estos residuos sea un proceso limpio:
Combustión a altas temperaturas superiores a 1.500 ºC
La atmósfera creada en los hornos previene la emisión de gases nocivos (problema que aparece en las plantas incineradoras)
Las cenizas de la combustión se absorben en el clinker/cemento
Destrucción completa de moléculas orgánicas
No hay producción de desechos en el proceso de combustión
A finales del 2009, CEMEX España puso en funcionamiento una planta de valorización de residuos plásticos en su fábrica de Castillejo, situada en Yepes, provincia de Toledo. El objetivo de la instalación es obtener, mediante el tratamiento mecánico de estos residuos, un combustible alternativo idóneo para ser valorizado energéticamente en la fabricación de cemento. El producto obtenido se destina al consumo de los dos hornos rotativos existentes en la planta de Castillejo.
La línea de proceso es capaz de tratar 15 toneladas de residuos plásticos cada hora. La previsión es que cada año se traten 25.000 toneladas que, de otra manera, acabarían depositadas en un vertedero.
A medio plazo se estima que la planta de Castillejo alcanzará un nivel de sustitución de coque sólo con derivados de residuos plásticos de entre un 25 y un 30%.
De esta manera, CEMEX no solo contribuye a la disminución de gases de efecto invernadero, sino que cumple un papel fundamental en la cadena de reciclaje, retirando de los vertederos residuos que serían nocivos para el medio ambiente por las emisiones de gas metano.
Esta planta evita la emisión de 13.000 toneladas de CO2 al año
Como exige la ley, a las plantas de cemento no llega ningún residuo que no haya sido previamente procesado y valorizado en las instalaciones de tratamiento de los gestores de residuos autorizados por la comunidad autónoma correspondiente. Esta valorización es un tratamiento ecológico y seguro de los residuos y respetuoso con el entorno.
No obstante, en ecointeligencia pensamos que este tipo de soluciones son un primer paso ya que no dejan de ser planteamientos de reciclado tipo downcycling. Otra incógnita es la emisión de cierto tipo de partículas nocivas que se liberan en este tipo de procesos de combustión. La solución definitiva vendrá de parte del diseño, cuando los materiales que se generen después del uso no sean residuos y se puedan incorporar de nuevo a los ciclos de la biosfera o de la tecnosfera. En esto consiste cradle to cradle (c2c)
Os dejamos con un video que explica como nuestros residuos llegan a ser una alternativa ecoeficiente a los combustibles fósiles:
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primera es que se dejan de llenar los vertederos con plásticos altamente contaminantes, y por tanto se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en las zonas donde se acumulan los deshechos;