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Si existe un material que pueda considerarse un ejemplo de reciclabilidad, es el vidrio. Una vez utilizado, el vidrio puede volver a formar parte de un nuevo envase sin perder ninguna de sus propiedades originales. El vidrio es por lo tanto uno de los pocos materiales que pueden operar de forma indefinida en un sistema de circuito cerrado. Todo ello es posible gracias a las propiedades del vidrio y a un sistema de recogida de envases consolidado, que cuenta con el compromiso de consumidores y empresas. Para hacer posible el cierre del ciclo, la industria del vidrio es uno de los eslabones clave en todo el proceso. Se trata de un sector intensivo en mano de obra cualificada y con experiencia, que genera empleo estable y de calidad. Además, en la última década, las empresas integradas en ANFEVI han invertido un importe cercano a los 672 millones de euros en nuevas tecnologías, más limpias y eficientes. Se trata de un sector convencido de que estas innovaciones en los procesos harán factible que la economía circular contribuya a un modelo de crecimiento económico más sostenible.
El vidrio cumple plenamente con los principios de la economía circular, ya que en este caso, el material se recicla en el mismo sistema de producción (de un envase nace otro envase) sin que el material sufra un cambio de sus propiedades químicas o físicas.
Gracias al reciclado de 1 tonelada de vidrio, se ahorra 1,2 toneladas de materias primas vírgenes, así como un 30% de energía y se evita la emisión de 670 kg de CO2. Fuente: FEVE y ECOVIDRIO.