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Respuesta:
A lo largo del siglo XIX argentino, hubo varios intentos de unificación política que no pocas veces fueron resueltos en el campo de batalla. El último de estos intentos fue la Batalla de Pavón, el 17 de septiembre de 1861.
Este combate abrió el camino a la organización nacional y puso fin a la separación entre la Confederación Argentina, liderada por Urquiza, representante de los estancieros entrerrianos y el Estado de Buenos Aires, al mando de Bartolomé Mitre, defensor de la oligarquía porteña.
Es necesario tener presente que no existía lo que hoy se conoce como República Argentina, sino que más bien había múltiples soberanías, cada provincia del actual territorio argentino se reconocía como Estado autónomo, en este sentido la Confederación Argentina fue la máxima unificación lograda a través de la unión de los Estados provinciales mediante pactos y tratados. Se puede considerar a Pavón como la paz armada necesaria para instrumentar al futuro Estado argentino.
La disputa entre las partes beligerantes no era solo una cuestión de organización político-territorial sino una disputa económica entre diferentes sectores dominantes. La Confederación Argentina exigía por un lado la libre navegación de los ríos que implicaba que los bienes producidos en el Interior no llegaran con precios inflados (ya que debían pagar impuestos al transitar las diferentes aduanas internas hasta llegar a Buenos Aires y también derechos de importación) los que debían competir con los precios de los bienes llegados de Inglaterra, obviamente de menor precio y de mayor calidad, en detrimento de los productos y ganancias del Interior (recordemos que para estos tiempos Inglaterra es el país con mayor desarrollo industrial). Por otro lado, la nacionalización de la Aduana de Buenos Aires (que era la única provincia con un puerto con salida oceánica), tendría que repartir sus ganancias a todo el territorio argentino. Con estas claves, podremos comprender de qué trató la Batalla de Pavón
Explicación:
Respuesta:
El presente trabajo tiene como finalidad dar una visión amplia del caudillismo Argentino del siglo XIX y por consiguiente he decidido concentrar este trabajo, en analizar sus orígenes, su modu operantis así como quienes fueron sus mayores exponentes, de un fenómeno, que a pesar que se originó en el siglo XIX, sigue siendo una sombra en la realidad política de hoy.
Como lo define Francois Chevalier: "El caudillismo es un fenómeno histórico que surge en la coyuntura política latinoamericana originada con la independencia de los países" .Mas adelante agrega."El Caudillismo es propio de una sociedad con sistema democrático inmaduro, grandes diferencias sociales, y existencia de oligarquías locales o regionales. Es propio de una sociedad, donde personas poderosas prepotentes no aceptan el juego político democrático".
Así que después de desarrollar lo que muchos historiadores definen como caudillismo, y como se desarrolló este fenómeno, vamos a finalizar este trabajo, con la idea de si este fenómeno fue positivo para el desarrollo de las naciones, o no. Lo que si he encontrado es que, a pesar de que, se originó mucho antes del siglo XIX todavía hoy podemos encontrar en la Argentina hoy, herederos de los primeros caudillos , gobernando la misma provincias, empobrecidas, que en el pasado sus parientes gobernaron.
Orígenes
Como consecuencia de las guerras de independencia, los países que emergieron del mundo colonial quedaron arruinados económicamente, fragmentados socialmente y una alta inestabilidad política. Señala Halperin: Un proceso de ruralización y militarización que favorece el surgimiento del caudillismo.
El propio Bolívar hizo una comparación acertada entre las nuevas republicas latinoamericanas y la Europa occidental después de la caída del imperio romano:" Un caos administrativo, una crisis económica, decenas de conflictos armados regionales y una alarmante decadencia de la cultura y de la enseñanza. Esta sociedad ruralizada y militarizada formaba un escenario idóneo para los caudillos regionales y/o nacionales, que con su caciquismo iban a marcar profundamente la historia latinoamericana del siglo XIX.
En realidad, la figura del caudillo ya existía en la sociedad colonial y descansaba fundamentalmente en la existencia de relaciones patrón-cliente y en el establecimiento de lazos de fidelidad y lealtades personales a cambio de seguridad y determinadas prebendas. Esta relación entre caudillismo y clientelismo John Lynch. En su obra Caudillos en Hispanoamérica, considera que el surgimiento del caudillismo se apoya en un trípode conformado por la inexistencia de reglas formales; la competencia política dirimida a través de conflictos armados; y una sociedad bipolar de terratenientes y peones, entrelazados por relaciones clientelares. En ese estado, el personalismo reemplaza a la ley, la violencia se torna la forma aceptable de dirimir conflictos políticos, pero la estructura social se mantiene inalterable, protegida por el caudillo.
La principal diferencia con el pasado está en que los caudillos coloniales no tenían una sociedad militarizada, lo contrario de lo ocurrido tras las guerras de independencia y civiles. La militarización era un hecho tratando de democratizar el pais, pero la militarización puso en peligro ese proceso. La ruralización y militarización constituyeron al caudillo en una de las figuras típicas de América latina en el siglo XIX. Al mismo tiempo la inestabilidad política y el debilitamiento del poder central revalorizaron la figura de los caudillos, convertidos por las circunstancias en los principales garantes del orden y de la cohesión social a escala local o regional. La figura del caudillo se manifiesta al margen de las opciones políticas o ideológicas de la época, los había federalistas o unitarios, liberales y conservadores.
Hay que mencionar tambien que la estructura social en el campo,- todos los países recién creado en Latino América poseían economías rurales, con pequeño, escaso a ningún sector industrial- era propicia para la aparición de caudillos. Los estancieros propietarios de enormes extensiones de tierras cultivables y sobre todo, de pastos, pronto ganaron un control casi absoluto sobre la administración local, y como jefes indiscutibles de las fuentes milicias( que muchas veces fueron superior y eficaces a la del gobierno) podían ejercer una influencia decisiva sobre el parlamento y el gobierno central de la República. La polarización de la sociedad rural era absoluta. Entre los pocos numerosos, pero increíblemente ricos terratenientes y las masas de peones y jornaleros ( dejando a un lado los totalmente desarraigados gauchos que vagaban por el campo y a veces sobrevivían con la caza del ganado cimarrón) se abría un enorme abismo. La relación dominante entre los estancieros y sus peones era casi identica a la que existía en la Roma antigua entre el patron y sus clientes.