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La nutrición y salud de las poblaciones están íntimamente ligadas. Los alimentos no son tan solo otro factor del ambiental que condiciona la salud sino que constituyen la materia misma de la vida. Nos desarrollamos en directa relación con nuestro suministro de alimentos. La humanidad ha evolucionado acorde con los cambios en las fuentes de alimentos disponibles a través de los tiempos. "Somos lo que comemos" de diversas maneras, especialmente en cuanto a la salud en cada etapa del curso de la vida. A partir de las etapas más temprana de nuestra vida, la nutrición afecta la manera como crecemos, desde el momento de la concepción a través de los primeros estados de la embriogénesis y la vida fetal. Al momento de nacer, la estatura de las madres, más que su peso, determina el tamaño de los bebés; afectando su potencial de sobrevivir y la salud a largo plazo.
El peso al nacer en esta región se ha elevado progresivamente; el bajo peso al nacimiento para la mayoría de los países es menos de un 10 %. Los programas de fortificación de alimentos con acido fólico que benefician a las mujeres en edad reproductiva están contribuyendo a reducir el riesgo de defectos del tubo neural y otras malformaciones congénitas.
Los alimentos complementarios a la lactancia materna son necesarios para asegurar no solamente las proteínas y la energía, sino también los micronutrientes requeridos para prevenir y resistir las infecciones, crecer en talla y también en peso. La PAHO lanzará el próximo año un nuevo estándar de crecimiento para los niños menores de 5 años basado en medidas tomadas en ocho mil niños de 6 países, uno de cada uno continente (en las Américas, Brasil y los E.E.U.U.), alimentados al pecho según las actuales normas y criados en un ambiente sano y libre de tabaco. Independiente del país y grupo étnico de origen todos crecieron en forma semejante en peso y altura. Esta nueva herramienta servirá para reafirmar el derecho que los niños tienen de crecer en un ambiente que asegure la posibilidad de realizar todo su potencial y para promover el crecimiento óptimo de los niños evitando tanto el déficit como el exceso de peso.
Una dieta sana debe proporcionar la calidad y la cantidad adecuada de alimentos para lograr las metas complementarias de asegurar la provisión de todos los nutrientes esenciales y la vez mantener un balance de la energía. El equilibrar la ingesta de energía con la actividad física constituye en la actualidad un desafío importante para la región. Niños y adultos, habitantes de zonas urbanas y rurales, viviendo bajo condiciones de pobreza o afluencia comparten el problema de prevenir el aumento malsano de peso que se traduce en un exceso de grasa corporal; especialmente peligrosa cuando la grasa se localiza alrededor la cintura.
La mayoría de los países de la región enfrentan una doble carga de enfermedad. Es decir, mientras continuamos trabajando por reducir la carga de infecciones y de enfermedades perinatales debemos hacer frente a la virtual pandemia de patología cardiovascular (hipertensión arterial y enfermedad coronaria), la "diabesidad" (combinación de diabetes y obesidad) y al aumento de la prevalencia del cáncer. No tenemos vacunas para la profilaxis de éstas, no podemos continuar categorizando estas enfermedades como no-comunicables ya que tanto los patrones de consumo de alimentos como los de actividad física, en el hecho, se transmiten como virtuales agentes infecciosos que acompañan la vida moderna; se diseminan por los medios de comunicación masivos y las estrategias de mercadeo. El desplazamiento de los alimentos tradicionales de nuestras dietas, el progresivo consumo de alimentos pobres en nutrientes y densos en energía, el aumento explosivo en el número de los vehículos motorizados, la proliferación de los dispositivos que ahorran trabajo físico, y la inactividad física característica del trabajo y recreación actual son los verdaderos vectores de la epidemia de obesidad que nos afecta. Terminamos comprando en respuesta al anuncio publicitario, más que, debido a la verdadera necesidad. Algunos pueden considerar que estas son opciones individuales, y por tanto no corresponde que sean abordadas con medidas propias de la salud pública. Cómo podemos entonces explicar que la obesidad en los niños de 6 años se haya duplicado o triplicado en la mayoría de los países de esta región, si no es por la publicidad agresiva y otras acciones que promueven el consumo cada vez mayor de alimentos ricos en energía y la vida sedentaria? Es hora que los gobiernos y otros agentes sociales tomen las medidas necesarias para hacer que la opción sana sea la opción más fácil.