• Asignatura: Religión
  • Autor: eduaralejandrovelasq
  • hace 7 años

cuál es la mejor manera de proteger los bienes público​

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Respuesta dada por: johan1025648355
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Respuesta:

hola

Explicación:

1. BIENES PÚBLICOS

Hoy, constituye un lugar común afirmar (algunos lo hacen de forma apasionada) que solo la propiedad privada, además de ser la única eficiente, es capaz de cuidar con atención los bienes que maneja. Supóngase que admitimos sin más esa extendida tesis. Aún así, hasta la Economía Convencional acepta que la preeminencia de la propiedad privada no existe en determinados casos. Se trata de lo que, técnicamente, se denomina como “Fallos de Mercado” a los que, nadie se extrañará, no se les suele mencionar ni estudiar con mucho entusiasmo. Uno de sus supuestos más contundentes es el de los “Bienes Públicos”. Se trata de unos bienes muy peculiares: a) porque no son excluyentes como los bienes privados. Es decir hay libertad de acceso y consumo, sin necesidad de pagar ningún precio y b) su consumo no es rival. Es decir son bienes que no se agotan por el hecho que una persona los consuma, porque el consumo de alguien no impide el consumo de los demás.

Un sencillo ejemplo aclarará lo que parece realmente extraño. Hay bienes necesarios para la vida como el aire para respirar. Se trata de un bien público, porque a) existe libertad de respirar sin tener que pagar por ello. No es excluyente, al menos por ahora. Y b) cuando respiro, no rivalizo con nadie más y todos pueden seguir respirando, también por ahora. No existe rivalidad en el consumo. Los manuales de Economía suelen poner otros ejemplos como la luz de un faro, la luz del sol que me permite poner un placa en la azotea, el agua limpia de un río, el paseo por un bosque, mirar las estrellas…

La principal razón por la que la propiedad privada no puede cuidar estos bienes es que nadie se tiene que hacer responsable de ellos. Están ahí y estarán siempre ¡son inacabables! Por eso, si podemos consumirlos sin pagarlos… “a mí que me registren, no seré yo el bobilín que los cuide”. Y si nadie es responsable y nadie los cuida, ocurre lo que hoy es una evidencia y un drama para la Humanidad. El terrible destrozo de los Bienes Públicos: el cambio climático, la invasión de los plásticos, la contaminación de las aguas y del aire, la desertización, los atascos, las saturaciones, las migraciones. Cierto es que la lacerante percepción que hoy se tiene sobre el estado de nuestra Biosfera, no existía hasta hace medio siglo.  Fue necesario que los niveles y los ritmos de consumo se multiplicaran y se sobrepasara la posibilidad de regeneración de nuestros bienes públicos. Con una situación fuera de control, entró en funcionamiento la segunda ley de la Dialéctica, aquella que declara “los saltos de cantidad en calidad”. Y cuyos efectos ya fueron analizados en prospectiva en 1972 por el Club de Roma, en su informe sobre “Los límites del Crecimiento”. Y, desde entonces, se evidenció socialmente que: “es imposible el crecimiento continuo en un mundo finito”.

Su consecuencia evidente fue comprobar la necesidad de encontrar una estrategia para gestionar y cuidar nuestros bienes públicos, diferente a la del mercado. De eso ya hablaremos.

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