AQUÍ UN CUENTO: Érase una vez un hombre que siempre iba protestando de la cruz que Dios
le había puesto encima. Un día fue a la tienda de cruces a cambiar la suya por otra. Allí las había
de todos los colores, formas y tamaños.
Al entrar le dijo al tendero:
- Vengo a cambiar mi cruz, porque la que tengo no me gusta.
- Aquí tiene usted el catálogo. Escoja la que prefiera.
- Deme usted ésta.
Sale a la calle y a los pocos pasos vuelve a la tienda.
- Oiga, que ésta tampoco me gusta. Deme usted aquella.
Sale a la calle y a los pocos pasos vuelve a la tienda.
- Ésta tampoco me gusta. Deme usted aquella otra.
Y después de probar varias, le dice al de la tienda:
- Deme usted la mía que es la que mejor me va.
¡Natural! La tuya es la mejor para ti. Por eso te la ha puesto Dios. La que es a tu medida. La que
te va mejor. La cruz que nos pone Dios es la que mejor nos va. Como el zapato hecho a la
medida. Si es más pequeño, me hace daño. Si es más grande, se me sale al andar. El que me
va bien es el de mi medida.
Lo mismo pasa con la cruz. La que Dios me ha puesto sobre mis hombros es la de mi
medida. Aunque me parezca muy pesada puedo llevarla, con la ayuda de Dios. Dice San Pablo:
«Todo lo puedo en Aquel que me conforta». Dios no pone a nadie una cruz que él no pueda
soportar. Sería blasfemo pensar que la cruz que Dios nos pone nos aplasta.
Una niña de seis años llevaba en sus brazos a su hermanito de cuatro. Una señora le pregunta:
- ¿Dónde vas con esa carga?
Ella contestó:
- No es una carga. Es mi hermanito.
¡Qué bonito!
Análisis del pequeño cuento mencionado en la lectura
Por favor es para hoy
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Opino que no debemos quejarnos de las cosas que nos tocan vivir a diario, al contrario debemos agradecer a Dios por todo ya que su tiempo es perfecto. El nos da las cosas cuando las necesitamos mas mas no cuando la queremos ya que en ese momento nos puede perjudicar.
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