• Asignatura: Historia
  • Autor: danielavelascovilleg
  • hace 7 años

El cataclismo de Damocles, Gabriel García Márquez

- Identificar y mencionar tres metáforas e interpretar en prosa

ayudenme por favor, es urgente

Respuestas

Respuesta dada por: jesushamburgo115
4

Respuesta:

Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, y el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar; y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo; un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo; las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sáhara; la vasta Amazonia desaparecerá de la faz del planeta destruida por el granizo, y la era del rock y de los corazones trasplantados estará de regreso a su infancia glacial; los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos; la creación habrá terminado; en el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.Señores presidentes, señores primeros ministros, amigas, amigos: esto no es un mal plagio del delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la visión. anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo instante, la explosión -dirigida o accidental- de sólo una parte mínima del arsenal nuclear que duerme con un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las grandes potencias.

El único consuelo de estas simplificaciones terroríficas -si de algo nos sirven- es comprobar que la preservación de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la peste nuclear, pues con el solo hecho de existir, el tremendo  cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.

En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una verdad de aritmética primaria. La Unicef calculó en 1981 un programa para resolver los problemas esenciales de los 500 millones -de niños más pobres del mundo, incluidas sus madres. Comprendía la asistencia sanitaria base, la educación elemental, la mejora de las condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación. Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares, sin embargo, ese es apenas el costo de 100, bombarderos estratégicos B-1B, y de menos de 7.000 cohetes crucero, en cuya producción ha de invertir el Gobierno de Estados Unidos 21.200 millones de dólares.

En la alimentación, por ejemplo: el, año pasado había en el mundo, según cálculos  unos 575 millones de personas con hambre, su promedio indispensable habría costado menos que 149 cohetes , de los 223 que serán emplazados en Europa Occidental, con 27 de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que los países, pobres adquieran la suficiencia alimentaria en los próximos cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la noventa parte del presupuesto militar soviético de 1982.

En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos Tridente, de los 25 que planea fabricar el Gobierno actual de Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en los 10 años por venir podrían pagarse con el costo de 245 cohetes Tridente y aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo incremento de la educación en los 15 años siguientes.

Puede decirse, por último, que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo y su recuperación económica durante 10 años costaría poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo. Con todo, frente a este despilfarro económico descomunal, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano. La industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande continente de sabios jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad. Gente nuestra, cuyo sitio natural no es allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es indispensable para que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la justicia, lo único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.

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