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si ayuda porque te relaja o tambien te quita malas vibras
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Se alude con frecuencia a que la mente juega un papel muy importante en las actividades deportivas. Es habitual escuchar que “se juega más con la cabeza que con los pies” o “a mi cuerpo no le apetecía ir a entrenar, pero me mentalicé y…” Si sumamos cuerpo y mente ¿ya tenemos un buen deportista? ¿Son suficientes estos dos ingredientes para conformar la práctica deportiva? No, falta todavía un elemento de gran importancia: las emociones.
Son lo que nos impulsa, nos da fuerza, nos motiva. La palabra motivación deriva del latín motivus o motus, que significa “causa del movimiento”. Es decir, tras el movimiento, hay emoción. Las emociones nos dan la fuerza psicológica necesaria para activar el cuerpo hacia el deporte.
Cuerpo y emociones tienen mucho que ver entre sí. Más que necesitarse, tal vez sean uno solo. Las emociones se alojan en el cuerpo, si no fuera así ¿cómo sería posible sentirlas? Una ligera presión en el pecho puede darme la impresión de estar alegre o triste, un frío trémulo me señala miedo, una tensión en mis mandíbulas y manos me indican rabia… y así con cada una de las emociones. Sentimos todas las emociones en nuestro cuerpo. Por el contrario, la mente y sus pensamientos no se sienten y si llegamos a sentir algo es porque que nos hemos emocionado de alguna manera. Un mismo pensamiento puede emocionar a una persona y no inmutar a otra que no tenga ninguna implicación.
¿Es lo mismo emoción que sentimiento? Se utilizan coloquialmente de forma indistinta pero, para ser más concisos, la emoción es manifestación corporal breve e intensa y los sentimientos es un compendio de emociones más moderadas y prolongadas en el tiempo, y de mayor diálogo con la mente. Añadimos a las emociones el ingrediente de los pensamientos, y, voilà, tenemos a los sentimientos.
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