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Olor: aunque te llenes de perfume, el olor que prevalece es el que emanas y viene de tus genes. Sirve para cosas como encontrar a alguien que te complemente genéticamente y para detectar enfermedades, pero también se puede identificar a una persona por los olores que desprende.
Cráneo: tápate los oídos y pon los codos en una mesa. ¿Escuchas algo? Ahora levanta los codos. Si ya no escuchas nada es que tu cráneo funciona a la perfección como un conductor de sonido. ¿Y esto cómo te hace único? Resulta que el tamaño, la cantidad de espacios vacíos y los tejidos blandos de tu cráneo son completamente diferentes en cada persona y, por lo tanto, la conducción del sonido también.
Orejas: son una combinación de cartílago y piel que es diferente en todas las personas, además de que con la edad crecen pero no cambian. Incluso las células que detectan el sonido son diferentes, por lo tanto escuchamos diferente los mismos sonidos.
Uñas: casi como la huella digital, las uñas tienen patrones únicos. Lo malo es que estos van cambiando, aunque en un rango de seis meses son perfectamente detectables. Ahora están tratando de usar también la carnita que está debajo de las uñas para identificar personas, porque sus patrones son únicos.
El trasero: según estudios japoneses, un colchoncito que detecta la presión puede distinguir de quién se trata si te sientes más de un lado que del otro, más atrás o con mucha o poca presión.
Caminar: poner un pie frente al otro para llegar a algún lugar no es cualquier cosa: dependiendo de tu estructura ósea, balance y masa muscular, tu caminado es súper diferente al de otras personas.