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Respuesta:
Explicación:
COMENDADOR: Cuéntame, Leonardo, breve
lo que ha pasado en Toledo.
LEONARDO: Lo que referirte puedo,
puesto que a ceñirlo pruebe
en las más breves razones,
quiere más paciencia.
COMENDADOR: Advierte
que soy un sano a la muerte,
y qué remedios me pones.
LEONARDO: El rey Enrique el Tercero,
que hoy Justiciero llaman,
porque Catón y Aristides
en la equidad no le igualan,
el año de cuatrocientos
y seis sobre mil estaba
en la villa de Madrid,
donde le vinieron cartas,
que, quebrándole las treguas
el rey moro de Granada,
no queriéndole volver
por promesas y amenazas
el castillo de Ayamonte,
ni menos pagarle parias,
determinó hacerle guerra;
y para que la jornada
fuese como convenía
a un rey el mayor de España,
y le ayudasen sus deudos
de Aragón y de Navarra,
juntó cortes en Toledo,
donde al presente se hallan
prelados y caballeros,
villas y ciudades varias.
Digo sus procuradores,
donde en su real alcázar
la disposición de todo
con justos acuerdos tratan
OMENDADOR: Detente.
¿Qué Periáñez? Aguarda,
que la sangre se me hiela
con ese nombre.
LEONARDO: ¡Oh qué gracia!
Háblote de los oidores
del Rey y del que se llama
Peribáñez, imaginas
que es el labrador de Ocaña.
COMENDADOR: Si hasta agora te pedía
la relación y la causa
de la jornada del Rey,
ya no me atrevo a escucharla.
Eso ¿todo se resuelve
en que el Rey hace jornada
con lo mejor de Castilla
a las fronteras que guardan,
con favor del granadino,
los que le niegan las parias?
LEONARDO: Eso es todo.
COMENDADOR: Pues advierte
(no lo que me es de importancia),
que mientras fuiste a Toledo
tuvo ejecución la traza.
Con Peribáñez hablé,
y le dije que gustaba
de nombralle capitán
de cien hombres de labranza,
y que se pusiese a punto.