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El siglo XVII, con los Austrias menores, significará para Ávila el inicio de su decadencia en todos los órdenes, situación que se agravará durante los siglos XVIII y XIX.
En el siglo XVII el descenso de la población (4.825 habitantes en 1648) supone un dramático problema para la ciudad. Esta pérdida de población es consecuencia de la progresiva desaparición de los obrajes de lana, de la pésima situación del campo circundante, de la expulsión de los moriscos en 1610, de las periódicas epidemias, del aumento de la presión fiscal y de la marcha de la nobleza, con su séquito, a la corte de Madrid. La intensa actividad industrial desarrollada en los arrabales durante la centuria anterior, comienza a declinar e incluso a desaparecer; es el caso de las tenerías situadas en el entorno del atrio de la ermita de San Segundo.
En el siglo XVIII la ciudad está hundida económica y socialmente, caracterizándose por un progresivo proceso de ruralización derivado de la continuada pérdida de población. En el aspecto artesanal y comercial, la ciudad toca sus más bajos índices, siendo la economía en estos momentos de tipo agrario y ganadero. A finales de siglo únicamente destaca, dentro de la política seguida por Carlos III, la creación de la Real Fábrica de Algodón, y, en lo concerniente a la cultura, la época de esplendor intelectual que, hacia 1763, marca la Universidad de Santo Tomásiglo
Al iniciarse el siglo XIX la crisis era total: crisis en las fábricas y en las rentas del municipio, crisis del trabajo en las industrias textiles, y crisis moral en la ciudad. La población, con 1.234 vecinos, había llegado a la cota demográfica más baja de su historia.
La situación se verá fuertemente agravada con la invasión de la ciudad, en enero de 1809, por las tropas francesas, que incidirá muy negativamente en la economía, destruyendo los escasos recursos industriales de la ciudad y causando daños irreparables en el patrimonio artístico de la misma. Hasta mayo de 1813 los invasores no abandonan la ciudad definitivamente. Los monumentos abulenses volverán a sufrir un fuerte impacto negativo como consecuencia de la Desamortización Eclesiástica de 1836.
Otros acontecimientos, como lo fueron las Guerras Carlistas (1836-1840) y las plagas de cólera de 1834, 1854 y 1885, también incidirían negativamente.
Será a partir de la segunda mitad del siglo cuando Ávila, aunque muy tímidamente, empiece a mejorar, suponiendo el despegue definitivo la llegada del ferrocarril en 1863, que comunicará Ávila con Madrid directamente; en estos momentos la ciudad cuenta con 7.000 habitantes, aumentando hasta 11.885 en 1900.
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