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Cuando alguien empieza a sentirse víctima porque "nadie le ama", lo primero que ha de hacer es examinarse, para descubrir si este sentimiento es una mera fobia sin base objetiva alguna, o si, por el contrario, nadie le ama porque él, simplemente, no es amable con nadie. Y esto es lo que debería hacer, cuanto antes, Israel. El Estado de Israel se siente permanentemente amenazado por toda clase de enemigos exteriores. Esta amenaza es real y nadie lo puede negar. Israel tiene pleno derecho a existir, y las amenazas exteriores son absolutamente condenables, pero, al mismo tiempo, Israel debería hacer un profundo examen de conciencia y ver por qué se ha creado tantos enemigos. Quizás Israel podría empezar por remover los obstáculos que hacen que sea para muchos tan poco amable y, una vez hecho esto, presentar sus justas reivindicaciones. Ahí van algunas cosas que Israel podría hacer para ganarse, si no el amor, al menos, el respeto de todos.
Israel podría empezar por respetar las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas que deploran, censuran o condenan alguna de sus acciones y que, hasta ahora, ha ignorado completamente, como, por ejemplo, las Resoluciones 607 (1988), 636 (1989), 642 (1991) 799 (1992) y 726 (1992), etcétera, lo que supondría, ante todo, devolver los territorios conquistados manu militari en 1967, incluida Jerusalén. Luego, Israel debería aprender a respetar la sagrada memoria de las víctimas del holocausto, no utilizando sus terribles sufrimientos para fines políticos, y así, debería dejar de llevar a jefes de Estado y otras personalidades públicas al Museo del Holocausto, convirtiendo a este, por el contrario, en un lugar íntimo, donde individuos creyentes, simplemente, en la dignidad del ser humano, pudiesen recordar, en silencio, esta tragedia, para que jamás se repitiese. Israel debería también aprender a respetar la religión judía, no esgrimiendo, explícita o implícitamente, como argumentos justificantes de sus decisiones políticas conceptos religiosos como pueblo escogido, tierra prometida, Jerusalén eterna, o el fabuloso reino de David.
Hecho esto, Israel podría parar la construcción de nuevos asentamientos judíos en territorio palestino y desmantelar los ya construidos ilegalmente, informando a los 400.000 colonos de que, o se quedan donde están, y se convierten en súbditos del nuevo Estado palestino, o vuelven cuanto antes al territorio del Estado de Israel. También podría abrir las puertas para el retorno de las tres generaciones de refugiados palestinos que viven en condiciones miserables en los países vecinos. Naturalmente, Israel debería, cuanto antes, derribar el muro de la vergüenza que ha levantado a lo largo de cientos de kilómetros y que recuerda demasiado los muros en los que miles de judíos fueron encerrados en los numerosos guetos de toda Europa.
Finamente, Israel debería reconocer el derecho de los palestinos a un Estado independiente, como espera que estos reconozcan al Estado de Israel, pero para ello quizás convendría replantearse un nuevo reparto de los territorios para cada estado. Aprendiendo del error cometido en la creación del Estado de Pakistán en 1947, cuando se le concedió un territorio dividido en dos partes separadas por cientos de kilómetros, lo que llevó, finalmente, a la independencia de uno ellos, que se convirtió en el nuevo Estado de Bangladesh, Israel debería saber que un Estado palestino formado por dos territorios, Cisjordania y Gaza, separados por una franja de territorio israelita, no es viable como unidad política, como lo muestra la situación de Gaza, que, en la práctica, se ha independizado del control de la Autoridad Nacional Palestina de Cisjordania.
Una vez hecho todo esto, si Israel sigue siendo amenazada en su integridad o supervivencia, puede estar segura de que todo el mundo que cree en los principios de los Derechos Fundamentales del Hombre le apoyará para que pueda seguir siendo un Estado independiente dentro de la familia de las naciones democráticas.
* Profesor
nada
jajajajaja
que hacen?
cómo están?