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En México este grupo está representado por unas 244 especies, de las cuales casi la mitad son endémicas, es decir no se encuentran en ninguna otra parte del mundo y unas 90 especies se encuentran protegidas por las leyes mexicanas por encontrarse en riesgo de extinguirse. Viven en las selvas, bosques, desiertos, tundras, montañas y pastizales de todo el mundo con excepción de la Antártida. Pueden ser de hábitos terrestres, subterráneos, arborícolas o acuáticos; se alimentarse de semillas, hierbas, flores, raíces, insectos y algunas especies pueden llegar a ser carnívoras.
Los roedores presentan gran variedad en cuanto a sus formas, tamaños y pesos, existen pequeños ratones que pesan menos de 10 g como el ratón pigmeo (Baiomys musculus) de Norteamérica, hasta animales gigantes como el capibara (Hidrochaeris hydrochaeris) de Sudamérica que puede llegar a pesar hasta 66 kg, pueden tener pelaje corto y sedoso como el ratón de bolsas sedoso (Perognathus flavus) o pelo largo e hirsuto como espinas como el puerco espín tropical de cola prensil (Coendu mexicanus). Pueden vivir como organismos solitarios o formar grandes colonias compuestas por cientos de individuos como los perritos de la pradera del género Cynomys o las ratas comunes (Rattus norvegicus) que plagan las ciudades.
Después de los insectos, los roedores provocar a nivel mundial fuertes pérdidas económicas, ya que consumen y dañan grandes extensiones de cultivos, también perjudican las actividades pecuarias e industriales y además son importantes vectores en la trasmisión de enfermedades emergentes; a pesar de todo lo anterior son organismos muy importantes dentro de los ecosistemas ya que proveen de diversos beneficios, por ejemplo muchos roedores que rascan el suelo para la construcción de sus madrigueras, permiten la aireación del suelo e infiltración de agua, lo cual promueve el crecimiento de las plantas, así como introducen materia orgánica al subsuelo haciéndolos más fértiles; también son grandes dispersores de semillas las cuales transportan y almacenan para su posterior consumo, que en muchas ocasiones éstas semillas son olvidadas, favoreciendo que muchas de ellas germinen y se desarrollen árboles nuevos. También consumen grandes cantidades de insectos que pueden ser considerados nocivos para la agricultura.