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El ciudadano actual percibe los adelantos científicos con cierta ambivalencia: si bien reconoce como positivos el avance del conocimiento y del bienestar, es igualmente consciente de que pueden acarrear problemas ambientales, y amenazar valores y creencias importantes para la cohesión social.El mito de Frankestein no es más que la plasmación del temor a que nuestras creaciones tecnológicas nos sobrepasen y nos dominen, una idea sistematizada por las recientes aportaciones de la filosofía y sociología de la ciencia y la tecnología.No se puede ocultar los diferentes usos que se le pueden dar a dicha clonación de órganos. Y eso es lo preocupante.Así como las cosas avanzan, puede que todo esto se nos vaya de las manos, y se llegue a clonar órganos de forma descontrolada, con fines económicos. No se puede tomar la clonación como un hecho normal, y tememos que se llegue a la idea de que cualquier persona acuda a su hospital de forma espontanea y se le conciba clonarle cualquier órgano sin ninguna urgencia, necesidad o fin, porque si.También urge saber que prioridad cumplirían los pacientes necesitados de órganos, ¿Que reglas basarían esa prioridad? Igualdad, ¿Qué pasaría si coinciden dos pacientes cuya economía es bastante diferenciada?En nuestra opinión deberían tener los mismos derechos gente pudiente y no pudiente, pero todo esto siempre en caso de vital importancia.
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