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Ella desliza sus manos sobre lo que no me toca
pierdo el aliento en el vaivén de su verso,
silencio a silencio los gritos del alba penetran la tierra.
Las paredes se comprimen
y la cama se ensancha en tus caderas.
Soy el reflejo de mil travesías,
sueños hospedados en la habitación cincuenta y uno.
No hay descuido que desvirgue tus labios de naranja,
adorno inmaculado en lunes de pascua.
Escucho música en tu cepillo de dientes, el imperio se comprime,
el milagro se levanta.
Abro la ventana para no dormirte
y el espejo se rompe justo ahí: en tus ojos.
Y siempre despierto en el mismo lugar.
Me da miedo desearte,
comerte a cucharadas, fumarte con mis labios mudos.
Me asusta caer en la grieta que separa tu cama de la mía,
ausentarme en tu ausencia, despojar tu inocencia.
Pero a pesar del mal tiempo:
¡Heme aquí! frente a ella Ella otra vez, mi adorada noche
pierdo el aliento en el vaivén de su verso,
silencio a silencio los gritos del alba penetran la tierra.
Las paredes se comprimen
y la cama se ensancha en tus caderas.
Soy el reflejo de mil travesías,
sueños hospedados en la habitación cincuenta y uno.
No hay descuido que desvirgue tus labios de naranja,
adorno inmaculado en lunes de pascua.
Escucho música en tu cepillo de dientes, el imperio se comprime,
el milagro se levanta.
Abro la ventana para no dormirte
y el espejo se rompe justo ahí: en tus ojos.
Y siempre despierto en el mismo lugar.
Me da miedo desearte,
comerte a cucharadas, fumarte con mis labios mudos.
Me asusta caer en la grieta que separa tu cama de la mía,
ausentarme en tu ausencia, despojar tu inocencia.
Pero a pesar del mal tiempo:
¡Heme aquí! frente a ella Ella otra vez, mi adorada noche
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