quien me puede dar 4 cuentos cortos porfis lo quiero para hoy


marianaalvarado608: jijiki

Respuestas

Respuesta dada por: virgendelacueva
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En "cuentoscortos. com" hay varios.


balladaresadrian3: aver voy a ver
balladaresadrian3: wuey tienen como 70 parrafos
marianaalvarado608: Yo te lo respondo la caperusa roja la tortuga y la liebre la blanca Nieves y la cenicenta son cuentos cortos y bonitos
balladaresadrian3: ok voy aver grasias
balladaresadrian3: me diste unas ideas
Respuesta dada por: sayu25
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Respuesta:

El niño y los clavos

Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido, finalmente, controlar su mal temperamento! Su padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.

Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:

– “Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y una herida física es igual que una herida verbal. Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte”.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

El papel y la tinta

Había una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó completa y la llenó de palabras.

– “¿No podrías haberme ahorrado esta humillación?”, dijo enojada la hoja de papel a la tinta. “Tu negro infernal me ha arruinado para siempre”.

– “No te he ensuciado”, repuso la tinta. “Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso”.

En ese momento, alguien que estaba ordenando el despacho, vio aquellas hojas esparcidas y las juntó para arrojarlas al fuego. Sin embargo, reparó en la hoja “sucia” de tinta y la devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojó el resto al fuego.

EL ÁRBOL QUE PERDIÓ SU INFANCIA

Pinto era un pino de Oregòn, que desde pequeño soñaba con ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros.

Le habían dicho que la vista desde las grandes alturas era maravillosa.

Sus amigos le mostraban distintas bellezas de la naturaleza, desde pequeñas plantas, flores,  insectos, grandes animales y hasta personas, pero no les prestaba atención; iba creciendo y siempre sucedía lo mismo, lo único que le interesaba era lograr una gran altura.

cuando creció, confirmó que el panorama desde tan alto era espectacular.

En las conversaciones con sus amigos, escuchaba cosas muy extrañas para él, hablaban de chicos jugando a la pelota, de perros corriendo, de abejas que se posaban sobre las flores, y cantidades de comentarios sobre seres que no llegaba a distinguir desde allá arriba.

Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras esperaba llegar bien alto.

VALES LO QUE TIENES?

Felipe era un hombre humilde, que trabajaba en su pequeña herrería.

En su pueblo era marginado por su situación social.

Cansado de los desprecios, un día confió a su amigo Pedro, con la condición de que guardara muy bien su secreto, que había heredado una gran fortuna, que seguía con la herrería porque le gustaba el trabajo, y que nadie debía enterarse de su herencia puesto que todos recurrirían a él por su dinero.

Pedro esa misma noche se lo comentó a su esposa, pidiéndole antes discreción.

En pocos días todo el pueblo lo sabía, pero nadie decía nada porque era un secreto.

Felipe comenzó a ser invitado a las fiestas del pueblo, pero se negaba a concurrir. Finalmente, por pedido de un grupo representativo y del propio Alcalde, comenzó a participar de las distintas reuniones.

La forma en que era tratado distaba mucho del que recibía el humilde herrero.

Más tarde fue elegido para integrar el Consejo del pueblo.

El Banco le dio un préstamo para modernizar su taller sin pedirle garantías. Cada vez tenía más trabajo y con su vida sencilla, llegó a ser una persona adinerada.

Con el tiempo se hizo tan importante, que se convirtió en Alcalde. Un día, en una conversación entre amigos, con las personalidades más importantes del pueblo, uno de ellos se animó y le confesó:

–Debo ser sincero con vos, todos conocemos tu secreto, sabemos de la fortuna que heredaste.

–En honor a tu sinceridad, les diré la verdad. Nunca existió dicha fortuna.

Explicación:


balladaresadrian3: grasias me diste muchas ideas
sayu25: denada
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