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Todo puede ser convertido en música.
Hace algunos años, los medios difundieron una sugestiva pieza musical llamada “el sonido de Júpiter”, producida a partir de las emisiones de radio del planeta gigante, recogidas por la sonda Voyager. Era, en pocas palabras, música planetaria. Y, ¿saben qué? Suena bien. Es decir, no es una canción de los Beatles, ni tiene una melodía que pueda usted cantar en la ducha, pero se escucha con agrado, es interesante. Parece la banda sonora de alguna película de ciencia ficción: PUBLICIDAD Ads by Teads Lo mismo se ha hecho con otros planetas y astros, aunque esta de Júpiter es una de las que más me gustan. Pero, ¿es que son capaces los astros de componer música? Obviamente, la respuesta es no. Las emisiones de Júpiter pueden ser traducidas a lenguaje musical, como también pueden ser convertidas en líneas sobre una pantalla. Casi cualquier fenómeno natural que pueda ser expresado mediante números puede ser convertido en música, siempre que esos números no sean demasiado complejos. También pueden ser convertidas, cómo no, secuencias como los decimales de pi o la de Fibonacci. Al final del artículo veremos algunos ejemplos curiosos de esto. El resultado es en ocasiones fascinante, como escuchar una música venida de ninguna parte. Pero aun así surge otra pregunta: ¿cuál es el proceso? La música parece algo tan etéreo y emocional que resulta difícil imaginar que una fría lista de números, el sordo ruido de un planeta o incluso los minúsculos pulsos eléctricos de una planta puedan producirla. Y sin embargo, pueden.