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Respuesta:
Es evidente que muchas enfermedades infectocontagiosas fueron traídas por los españoles y por los esclavos negros al Nuevo Mundo. Tales fueron la lepra, la peste bubónica, el cólera y la viruela. Esta última fue introducida a comienzos del siglo XVI, expandiéndose rápidamente en forma de epidemias con alta mortalidad. Particularmente, el altiplano co-lla fue víctima de esta grave enferme-dad y epidemias sucesivas mermaron su población. Los nativos quechuas la bautizaron con el nombre de muru onccoy, es decir enfermedad de los moros, a quienes la atribuían. El destino o las circuntancias determinaron que yo fuera el encar-gado de combatir las dos últimas epi-demias de viruela que hubo en el Perú, la de Nuñoa en 1953 y Rosaspata en 1954, en el altiplano peruano, cuya descripción constituye motivo de la presente reseña. Las epidemias de viruela en el alti-plano colla (Puno) El altiplano collavino que correspon-de al departamento de Puno, desde épocas remotas . fue asolado por repe-tidas epidemias de tifus exantemático. Esta situación empeoró con la llegada de los españoles y de los escla-vos negros que trajeron consigo la viruela, enfermedad que repetidamen-te se convertía en mortales epidemias que arrasaban con la población autóctona, desprovista de toda defensa biológica y pauperisada por los tra-bajos de las mitas y obrajes. Montesinos cita una enfermedad de viruela en el Cuzco en 1585. En 1589 se desencadenó en nuestro con-tinente una de las más extensas y mortíferas epidemías que duró hasta 1590, y que fue traída por los escla-vos negros procedentes de Panamá (4). Se le llamó la peste universal del Perú.Hubieron muchas otras epidemias en Cusco, Arequipa y La Paz que seguramente por vecindad tam-bién afectaron al altiplano. Marroquín cita otras epidemias como la de viruela en 1838, la de tifu exantemáticos en 1857-1858, la de gripe entre 1886-1887, la de difteria, en 1897, la de gripe en 1919 y otra de viruela en 1941 (4,5,6, 7).Finalmente, las epidemias de viruela en los distritos de Nuñoa en 1953 y Rosaspata en 1954, de las que fuimos testigos. Como consecuencia de estas epidemias de viruela se producía alta mortalidad y los pocos que sobrevivían quedaban con el rostro desfigurado por múltiples hoyuelos, lo que daba lugar a que se les llamara vulgar-mente fieros, y en quechua khaskhas (despostillados).
Explicación:
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Explicación:
Es evidente que muchas enfermedades infectocontagiosas fueron traídas por los españoles y por los esclavos negros al Nuevo Mundo. Tales fueron la lepra, la peste bubónica, el cólera y la viruela. Esta última fue introducida a comienzos del siglo XVI, expandiéndose rápidamente en forma de epidemias con alta mortalidad.
Particularmente, el altiplano co-lla fue víctima de esta grave enferme-dad y epidemias sucesivas mermaron su población. Los nativos quechuas la bautizaron con el nombre de muru onccoy, es decir enfermedad de los moros, a quienes la atribuían.
El destino o las circuntancias determinaron que yo fuera el encar-gado de combatir las dos últimas epi-demias de viruela que hubo en el Perú, la de Nuñoa en 1953 y Rosaspata en 1954, en el altiplano peruano, cuya descripción constituye motivo de la presente reseña.
Las epidemias de viruela en el alti-plano colla (Puno)
El altiplano collavino que correspon-de al departamento de Puno, desde épocas remotas .
fue asolado por repe-tidas epidemias de tifus exantemático.
Esta situación empeoró con la llegada de los españoles y de los escla-vos negros que trajeron consigo la viruela, enfermedad que repetidamen-te se convertía en mortales epidemias que arrasaban con la población autóctona, desprovista de toda defensa biológica y pauperisada por los tra-bajos de las mitas y obrajes.
Montesinos cita una enfermedad de viruela en el Cuzco en 1585. En 1589 se desencadenó en nuestro con-tinente una de las más extensas y mortíferas epidemías que duró hasta 1590, y que fue traída por los escla-vos negros procedentes de Panamá (4). Se le llamó la peste universal del Perú.
Hubieron muchas otras epidemias en Cusco, Arequipa y La Paz que seguramente por vecindad tam-bién afectaron al altiplano.
Marroquín cita otras epidemias como la de viruela en 1838, la de tifu exantemáticos en 1857-1858, la de gripe entre 1886-1887, la de difteria, en 1897, la de gripe en 1919 y otra de viruela en 1941 (4,5,6, 7).
Finalmente, las epidemias de viruela en los distritos de Nuñoa en 1953 y Rosaspata en 1954, de las que fuimos testigos.
Como consecuencia de estas epidemias de viruela se producía alta mortalidad y los pocos que sobrevivían quedaban con el rostro desfigurado por múltiples hoyuelos, lo que daba lugar a que se les llamara vulgar-mente fieros, y en quechua khaskhas (despostillados).