Respuestas
Respuesta:
A menudo se puede escuchar a filósofos y a no filósofos referirse al pensar como si éste constituyera el objeto de una decisión específica y ciertamente importante. Unos porque le atribuyen un contenido y una trascendencia desmesuradas (no habría más que recordar los trabajos de Martin Heidegger al respecto). Otros porque lo ven como una tarea proteica, de dificultad casi inaudita (corresponde al guionista cinematográfico Rafael Azcona la ingeniosa afirmación: "Un día me puse a pensar y me caí de la silla"). Frente a unos y a otros, acaso resultara más atendible --por clarificadora-- la posición que ha defendido el filósofo alemán Ernst Tugendhat en su libro Problemas, al señalar hasta qué punto se desprende del hecho mismo de que disponemos de lenguaje --y de un lenguaje con una determinada estructura-- nuestra capacidad de deliberación, de reflexión. O incluso la posición, algo más clásica, de Antonio Gramsci, que gustaba de decir aquello, luego tan citado, de que "todo hombre es filósofo".
Explicación: