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La ética protestante del trabajo, también llamada ética calvinista del trabajo o ética puritana del trabajo,1es un concepto teológico, sociológico, económico e histórico referente a la ética del trabajo que hace hincapié y defiende que el trabajo duro, la disciplina y la frugalidad son el resultado de la adscripción de una persona a los valores del cristianismo protestante, especialmente del calvinismo.2
El término fue acuñado por Max Weber entre 1904 y 19053 en su célebre libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, donde afirma que la ética y los valores protestantes junto con la doctrina calvinista del ascetismo y la predestinación dieron origen al capitalismo.4 Es uno de los libros más influyentes y citados en la historia de la sociología, aunque la tesis desde sus comienzos fue motivo de polémica y profundos debates. Influyentes académicos como Lawrence Harrison, Samuel Huntington o David Landes tomaron en parte el concepto de la ética protestante para hacer una defensa de ella en sus trabajos; Niall Ferguson señaló en un artículo en el New York Times de 2003 que «el declive y caída de la ética laboral en Europa occidental en el último cuarto de siglo ofrece una inesperada confirmación de la ética protestante al ser simultánea al declive del protestantismo y su ética del trabajo única».5 Frente a ellos también se pusieron diversas personalidades. Joseph Schumpeter argumentó contra este concepto que el origen del capitalismo se sitúa en Italia en el siglo XIV y no en las áreas protestantes de Europa.67 Historiadores de prestigio como Fernand Braudel o Hugh Trevor-Roper también se opusieron a esta idea al señalar que el capitalismo fue previo al protestantismo, al comenzar su desarrollo en comunidades católicas anteriores a la Reforma. Braudel concluye que «todos los historiadores se han opuesto a esta tenue teoría, aunque no han logrado nunca deshacerse de ella. Sin embargo, es claramente falsa. Los países del norte ocuparon el lugar que antes había sido larga y brillantemente ocupado por los viejos centros capitalistas del Mediterráneo. No inventaron nada, ni en tecnología ni en gestión empresarial».8
Algunas fuentes han señalado la influencia de este pensamiento y sus valores en la formación política e identitaria de Estados Unidos, aunque otras fuentes lo describen como una invención para justificar una supremacía protestante anglosajona blanca, grupo social conocido en Estados Unidos como WASP.9
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