Enumerar algunos ejemplos de actividades remunerado del sector formal

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Respuesta dada por: fatiscervantes
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Tres clases de trabajo

El trabajo asalariado es un tipo de trabajo que se ejecuta en el mercado laboral a cambio de una contraprestación económica, aunque algunos de estos trabajos no pertenecen a aquella categoría, por ejemplo, el realizado por libre o freelance. El trabajo que se remunera cuando ha sido realizado en las condiciones en que se pactó es, desde luego, muy importante, pero solo un tipo de trabajo.

Dividiremos ahora el trabajo en tres categorías: 1) trabajo remunerado; 2) trabajo doméstico; y 3) trabajo voluntario, para preguntarnos a continuación cómo una renta básica – asignación económica dineraria incondicional que se garantiza a cada miembro de la población – incide sobre cada una de ellas.

El trabajo remunerado y la renta básica

El trabajo remunerado recibe frecuentemente el nombre de ocupación o empleo. Independientemente de la mayor o menor propiedad de estos términos, lo que importa destacar es que la intención de esta denominación general es referirse a una actividad que da acceso al pago de una cantidad de dinero. Este importe puede adoptar la forma de salario, si el trabajador desempeña su tarea en el ámbito y bajo la dependencia de otra persona; beneficio, cuando lo percibe el dueño de los medios de producción; y pensión cuando su destinatario es una persona retirada del mercado laboral. La forma en que la introducción de una renta básica puede incidir sobre este mercado es asunto de particular interés. Los efectos previsibles de su establecimiento son al menos cuatro: 1) incremento del poder de negociación de los trabajadores; 2) más autoempleo; 3) más empleo a tiempo parcial; y 4) subidas salariales en determinados puestos de trabajo y disminuciones en otros.

En primer lugar, un mayor poder de negociación de los trabajadores presenta una importante ventaja. Percibir una renta básica disminuiría la presión de aceptar un empleo cualesquiera que fueran las condiciones laborales ofrecidas. Si se decidiera optar por abandonar el mercado laboral la renta básica conferiría a los trabajadores una capacidad de negociación (o resistencia) bastante mayor que la actual. Alargar las negociaciones laborales hasta el límite de la ruptura cuando los jefes pueden fácilmente substituir a los trabajadores díscolos por máquinas, o reemplazarlos por otros más complacientes del “ejército industrial de reserva”, es operación muy arriesgada cuando la subsistencia depende directa y casi exclusivamente de los sujetos que se sientan al otro lado de la mesa. Este es el tipo de situación al que se enfrentan los trabajadores hoy, cuando la relación capital-trabajo se presenta hasta tal punto desigual. Una renta básica permitiría a la clase trabajadora no solo negarse terminantemente a aceptar unas condiciones de explotación inadmisibles, sino también plantear formas distintas y más satisfactorias de organizar el trabajo. Entonces podrían decir dignamente y sin riesgo de morirse de hambre: «Preferiría no hacerlo», a diferencia de Bartleby, el escribiente en el cuento que Herman Melville situara en Wall Street.

Una renta básica también constituiría, durante las huelgas, una garantía a modo de fondo o caja de resistencia que proporcionaría a los trabajadores una posición de fortaleza mayor que la actual, cuando pueden verse obligados a hacer frente a reducciones de salario de carácter sancionador, muy difíciles de soportar porque la mayoría no dispone de otros recursos para aguantar muchos días de huelga legal.

En segundo lugar, una renta básica estimularía con toda probabilidad el autoempleo, pues disminuiría de forma considerable los riesgos de emprender un proyecto nuevo. Para quien se embarca en un pequeño negocio, una renta básica supondría una especie de seguro que contribuiría a superar la aversión al riesgo que se asocia frecuentemente con esta clase de iniciativas. También daría pie a una mayor innovación y, obviamente, convertiría a las cooperativas de trabajadores y usuarios en una opción mucho más atractiva y viable.

En tercer lugar, parece razonable asumir que la implantación de una renta básica permitiría, en determinadas momentos de la vida, inclinarse por empleos a tiempo parcial. En la actualidad, como estos contratos no proporcionan una remuneración suficiente, quienes de otro modo hubieran optado por esta modalidad se ven habitualmente forzados a aceptar puestos de trabajo a tiempo completo. Y, sin embargo, según las estadísticas oficiales, muchas de las personas que trabajan a tiempo parcial lo hacen porque no pueden encontrar empleo a jornada completa. En otras palabras, no pueden elegir el número de horas que desearían trabajar.

Por último, una renta básica supondría un aumento real

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