Respuestas
Respuesta:
Desde siempre se ha sabido que la política era una desinencia del poder. El poder podía ser más justo o más colectivo, más despótico o totalitario. Pero la política debía ofrecer a la gente cuestiones claras, soluciones ambiciosas, esperanzas razonables, sacrificios compensados y un punto de bienestar para los ciudadanos. Pero las cosas a menudo no son tan fáciles. Es cuando el poder llega a ser más importante que la política y entonces queda inaugurada la época de los disparates, de las irreflexiones y de lo absurdo. Cuando esto sucede, el desconcierto hace presa a la gente y ya no se sabe si la política es algo desconocido en manos de una camarilla de sabios o si en el fondo no será que estamos mal mandados.
Hace unas muchas décadas, cuando el franquismo se encontraba en una situación de sálvese quien pueda, uno de sus ministros más joviales, llamado José Solís Ruiz y apodado por razones obvias la sonrisa del régimen, vino a pronunciar sin ningún tipo de rebozo uno de los falsos silogismos tan queridos por los autoritarismos de todo pelaje. Dijo Solís: «Menos latín y más deporte». El hecho de llegar a pensar que sin el conocimiento de la lengua latina los españoles ganarían sus maratones y superarían las pruebas atléticas que se celebraban en los estadios era, sin duda, una muestra absurda de hacía dónde quería ir el régimen nacido del 18 de julio de 1936.
Explicación:
SI TE SIRVE
Respuesta:
Las sociedades germánicas estaban organizadas de manera tribal y clánica, y su sistema de gobierno era el Consejo, conocido como el Thing, de los sacerdotes y los jefes militares, o el Allthing, reunión de todos los miembros del clan. El Allthing elegía a los jefes, que tomaban las decisiones en los Things menores.