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Antes de lanzarse a lo desconocido, uno debe estar seguro de que la ubicación cumple dos condiciones básicas: que en la zona sopla suficiente viento y que se cuenta con espacio para montar una instalación así. Como explica Rafael García, director de la empresa alicantina especializada en microgeneración Neolia, se suele tener más o menos una idea de si se vive en una zona ventosa o no, pero para esto hacen falta ya datos más concretos. Como paso inicial, se puede consultar en Internet el Atlas Eólico de España(1) elaborado por el IDAE. Aún así, no solo hace falta viento, sino también que este llegue bien a la turbina sin encontrarse con obstáculos, como edificios o árboles cercanos. Por lo general, hay que asegurarse que no haya nada por delante –o que no se pueda superar con una torre– en una distancia determinada por el tamaño del rotor (aquí se dan datos concretos). “La cuestión del recurso eólico es mucho más compleja, pero esto puede ser ya suficiente para descartar el proyecto”.
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