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Respuesta:La evolución del juego defensivo en Balonmano es una realidad desde hace años
que se manifiesta más en el plano teórico que en la práctica puntual. En muchas
ocasiones, cursos, seminarios y publicaciones, técnicos de diferentes países y escuelas
han expuestos sus ideas apoyados en la praxis tradicional que prevé con contundencia
que los progresos y evolución del juego de ataque y, en consecuencia en el espectáculo
que ofrezca nuestro deporte, viene obligado, entre otras variables, por las exigencias de
un juego defensivo rico en sus estructuras. De ahí la importancia de involucrar a los
técnicos en que aporten novedades en este terreno. Experimentar conlleva riesgos sin
duda pero evolucionar es imprescindible para una especialidad deportiva demasiado
anclada en comportamientos tradicionales
Como punto de partida se entiende que “los ataques evolucionarán en función
de las dificultades a superar en el juego”; se comprenderá que son las defensas y sus
novedades las que exijan cambios e ideas nuevas en el juego de ataque exigiendo
progresión y nuevas riquezas en todas las facetas del juego. Algunos entrenadores
hubiéramos querido incluso que los cambios en el juego defensivo se hicieran más
evidentes en las diferentes competiciones y pudiera confirmarse un claro progreso de
manera contundente. Por el momento no se constatan estos cambios de manera
permanente en las estructuras colectivas y seguimos asistiendo a fórmulas más o menos
tradicionales en los modos de interpretar las acciones defensivas. No obstante, con
lentitud ciertamente, se aprecian en el Balonmano actual perfiles en la evolución táctica
individual que inciden en determinadas conductas colectivas en las tareas defensivas.
El punto de partida se inició hace años cuando se introdujo en el pensamiento
táctico la idea de “anticipación a las acciones atacante” frente a la fórmula tradicional
de la “acción-reacción”; aparece así en los contenidos de la formación y los
entrenamientos la filosofía en defensa que exige a los jugadores tareas dirigidas a
prever el ataque, anticiparse, provocar errores, en síntesis una búsqueda de cierta
“creatividad en la defensa. A partir de esta idea se dibujan algunas de las novedades
del juego defensivo moderno que, apoyado en las mismas, construye acciones tácticas
dirigidas a encontrar los objetivos al margen y sin dependencia directa de la estructura
defensiva que se adopte.
Las influencias de los cambios de reglas de juego aparecen igualmente en este
dominio; se constata de manera evidente que igualmente en el terreno defensivo se han
dejado sentir las innovaciones reglamentarias; se observa en las tareas defensivas una
mayor movilidad y anticipación espacial para forzar errores (pérdidas de balón o faltas
de ataque); evitar reacciones tardías en la faceta defensiva que puedan originar
sanciones disciplinarias es otro argumento importante pero, si cabe, es mayor aún la
incidencia que está teniendo el rigor reglamentario acerca de la interpretación del juego
pasivo que incita a los defensores a una actitud intensa y continuada en sus tareas
para “provocar” grados de pasividad en los atacantes.
El tradicional juego defensivo construido alrededor de la línea de seis metros,
cerrado, con poca anticipación y, de alguna manera pasivo a la espera del ataque
decisivo del rival ha ido perdiendo protagonismo y casi puede decirse que ha pasado a
la historia de los comportamientos en esta faceta. Las defensas actuales, más activas,
son las verdaderas protagonistas (incluso en las inferioridades numéricas) valorándose