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Hace unos días me desperté con una noticia que me dio que pensar sobre el futuro al que nos estamos (o están) dirigiendo. En mi cabeza saltó la alarma al leer el titular: “Más de un tercio de los bebés de 6 meses ya juguetean con los dispositivos móviles”. ¿Seis meses es una buena edad para empezar a inducir a un bebé a la nomofobia? Está claro que los recién nacidos serán nativos digitales, pero ¿a partir de qué edad realmente un niño necesita dispositivos móviles? Esta misma encuesta, presentada en la Reunión Anual de las Sociedades Académicas de Pediatría de Estados Unidos, desvelaba además que un 73% de los padres deja a sus hijos jugar con los dispositivos móviles mientras hace las tareas del hogar; el 60%, mientras hace recados; el 65%, para calmar al niño y el 29%, para dormirlo. Por lo tanto, ¿quizás el problema está en que erramos por ser demasiado permisivos?
Creo firmemente que las nuevas tecnologías e internet en concreto han traído grandes avances a la sociedad: posibilidad de elección (¿quién no encuentra un producto hoy en día?), universalidad (compramos donde queremos), disponibilidad 24/7 (compramos a la hora que queremos los siete días de la semana), acceso a todo tipo de información, conocer noticias de actualidad prácticamente en tiempo real, poder hablar por teléfono con alguien que esté al otro lado del charco con el único inconveniente de cuadrar horarios, etc.
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