Que ispira a Nora
para dejar
asu esposo y hijos?​

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Respuesta dada por: BysTsKuiT
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Nora: la nueva Eva

La existencia del hombre y la mujer como tales no responde simplemente a una cuestión biológica, existe también el constructo sociocultural de lo masculino y lo femenino.

A medida que una persona crece, va recibiendo información, ya sea de su familia, amigos, la escuela, los medios de comunicación, etc., que determinarán su identidad de género. Así cuando una persona actúa se espera que siga determinada línea de comportamiento acorde con esa identidad, se espera que cumpla su rol, que se guíe por los patrones de lo que se debe y no se debe hacer.

Es a través de esta construcción llegamos a asociar (desde la concepción de la Modernidad) a lo masculino con la fortaleza y la agresividad, y a lo femenino con la debilidad y la sumisión.

Pero desde los comienzos de la humanidad, las sociedades consideran que lo intrínseco del género femenino es la inferioridad.

Según el Antiguo Testamento, Dios consideró que el hombre necesitaba “una ayuda apropiada” (Sagrada Biblia, Génesis 2, 18) y creó a Eva a partir de una costilla de Adán. Nace así la mujer, como apéndice del hombre.

En la Grecia Clásica, hombres y mujeres vivían en mundos diferentes. Los hombres reconocían como seres válidos solo a otros hombres, y las mujeres desarrollaban su existencia entre ellas, en el gineceo, apartadas de ellos.

En el siglo XIX, con la industrialización se genera un gran cambio.

Las mujeres descuidan sus hogares y entran a trabajar en las fábricas. Pero esto produce horror en la burguesía. Se critica sistemáticamente que las mujeres abandonen sus deberes naturales y se las contrata como mano de obra barata, relegándolas a un cargo subalterno, sostenido por el concepto de que el trabajo femenino, lejos de ser relevante, solo puede significar un aporte complementario a la economía familiar, ésta debe ser responsabilidad exclusiva del hombre.

Nace así la cultura de la mujer sacerdotisa del hogar, un ser en función de y para los otros. Depende del hombre en lo económico y en lo intelectual.

Esta situación no es cuestionada por la mujer, quien, por el contrario, encuentra en el mundo hogareño, familiar, la razón de su existencia. A través de la administración del hogar, de la responsabilidad de la salud y la educación de los hijos, adquiere un poder, el del gobierno de lo doméstico, y se siente feliz de ejercerlo.

Con respecto al amor y al matrimonio, la mujer prácticamente no tiene poder de decisión, los casamientos se realizaban, en la mayoría de los casos, por conveniencia y el amor no era el valor que más se tenía en cuenta a la hora de buscar pareja.

La creencia que persiste es que la mujer no puede estar sola, de este modo, una vez que deja de depender del padre, pasa a depender del esposo.

Sin embargo, a mediados del siglo XIX, surge el feminismo, que abre espacio a una nueva actitud para con las mujeres.

Intentando cambiar el lugar que ocupan en la sociedad, hacen llegar sus ideas a través de la prensa. Aparecen periódicos dirigidos por y hacia las mujeres, en los que se tratan temas hasta el momento considerados masculinos.

Simultáneamente se agrupan en asociaciones por medio de las cuales intentan defender sus derechos, buscando la igualdad frente al hombre, luchando contra el “rol” que una sociedad machista les ha asignado.

Es igualmente importante mencionar que durante esta época tuvo lugar el movimiento sufragista. Movimiento reformista social, económico y político llevado a cabo por las sufragistas, mujeres de todas las clases sociales que se unieron para reclamar el derecho a la participación política, el derecho al voto, el derecho a la igualdad entre el hombre y la mujer.

Del tal modo, el siglo XIX engendró una creciente tensión entre lo que la sociedad esperaba de las mujeres y lo que ellas querían para su vida, abriendo paso a una nueva mujer, una nueva Eva, con nuevos roles e ideales.

Henrik Ibsen y "su" Nora

Nora, personaje principal en Casa de Muñecas, es fiel producto de esta concepción arcaica de lo femenino, que forjó un modelo de mujer débil, subordinada, servicial y obediente.

Al enfrentarse al espejo social, Nora debe reflejarse de determinada manera, su imagen debe seguir ciertos patrones predeterminados, debe adaptarse al prototipo de mujer ejemplar.

Torvaldo, su esposo, la modela con regalos (joyas, perfumes, ropa) y cumplidos convirtiéndola en un ente ideal de su posesión, un adorno del hogar, una gratificación ante sus ojos.

Nora es su alondra, apodo que puede inspirar ternura, pero que al fin y al cabo alude al ave, que paradójicamente simboliza tanto la libertad como el cautiverio.

Bibliografía

Explicación:

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