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La responsabilidad y complicidad de los gobiernos de las grandes potencias europeas y mundiales a este respecto clama el cielo. De hecho, son los migrantes y los refugiados las primeras víctimas de la explotación esclava. Las políticas económicas de los capitalistas, las recetas del FMI, las guerras imperialistas impulsadas, armadas y fomentadas en terceros países donde las grandes potencias se disputan los recursos naturales y las posiciones geoestratégicas más importantes de todo el mundo juegan un papel vital en esta desastrosa situación. No solamente destruyen países enteros con guerras que les sumen en el caos y la barbarie, que alientan la creación de grupos radicales, de terrorismo, sino que además provocan que cientos de miles de personas huyan de la guerra, del hambre, la miseria o incluso de la persecución política y religiosa.
El caso de Libia –donde el 30% de su PIB procede del tráfico de personas– es muy representativo al respecto. Se calcula que hay cerca de 700.000 refugiados y millares de esclavos, provenientes fundamentalmente del África subsahariana. Estos migrantes son interceptados en su largo camino a Europa por los gobiernos europeos en operaciones conjuntas con el gobierno libio. Como recompensa por evitar físicamente su entrada a Europa, los gobiernos europeos no sólo pagan cuantiosas sumas de dinero al gobierno libio sino que también abastecen el mercado de personas desesperadas e indefensas que terminarán en muchos casos vendidas, maltratadas, vejadas o explotadas en redes de trata por todo el mundo.
La Guardia Costera de Libia –entrenada y financiada por la UE y la OTAN, quienes también les dan apoyo vía aérea y suministran informaciones sobre la localización de migrantes– ha sido frecuentemente acusada de colaborar con milicias y contrabandistas y de violar los derechos humanos de los migrantes. Una vez capturados son llevados a campos de concentración donde son maltratados y muchas veces vendidos como esclavos. Programas como “Fondo África”, firmado el pasado octubre entre Italia y Libia y que aporta cerca de 236 millones de dólares al gobierno de Libia, o la “Operación Sofía”, el operativo actual comandado por el Estado español y anteriormente por Gran Bretaña, representan los acuerdos de la vergüenza entre las grandes potencias europeas y sus representantes, que lloran lágrimas de cocodrilo por la desgraciada suerte de estas personas, mientras pagan a otros por hacer el trabajo sucio, condenando a centenares de miles de personas inocentes a vivir un auténtico infierno en la tierra.
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Un vistazo hoy a la cartelera nos ofrece historias de discriminación racial como «Figuras ocultas» y «Loving», poniendo de manifiesto que las infinitas injusticias que se han cometido en mil y un ámbitos con respecto a la raza negra se han ido convirtiendo cada vez más en un interesante motivo narrativo y audiovisual. Lo cual queda enfatizado por el extremo de tal discriminación: el racismo convertido en esclavitud. Ahí tenemos la miniserie «Raíces», versión de la que triunfó en 1977: la historia de cómo en Gambia, en 1750, el muchacho de quince años Kunta Kinte es capturado por traficantes de esclavos junto con otros muchos hombres y mujeres, y trasladado en una nave negrera hasta las colonias inglesas en Norteamérica. Ahí tenemos, también, la novela que acaba de publicar Capitán Swing, «Las confesiones de Nat Turner» (1967), de William Styron, sobre el hombre que, en 1831, protagonizó una rebelión contra los blancos que le costó acabar en la horca. Ahí está el inminente estreno de «El nacimiento de una nación», película de Nate Parker basada en este libro, en la línea de «Doce años de esclavitud», que en 2013 llevó al celuloide Steve McQueen a partir del libro autobiográfico del esclavo Solomon Northup.
El lector ahora tendrá un excelente complemento a este tipo de tratamiento literario y cinematográfico del tema que nos ocupa con el libro de Kenneth Morgan «Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica» (traducción de Carme Castells). En él se aborda el largo periodo que va de 1501, cuando la Corona española autoriza la introducción de esclavos africanos en sus colonias de las Américas, hasta 1888, momento en que la esclavitud es abolida oficialmente en Brasil: «Se calcula que dos millones de africanos murieron en esta travesía. ¿Por qué la esclavitud fue consentida por líderes religiosos, políticos y filosóficos durante tanto tiempo? ¿Cómo es posible que las clases educadas del mundo occidental aprobaran y promocionaran una actividad que, años más tarde, ha sido considerada como una barbarie?», se pregunta el autor, que realiza todo un completo seguimiento de este asunto, desde los flujos de la trata de esclavos en función de dónde partían y adónde eran encaminados, hasta la emancipación de los esclavos, pasando por cómo se efectuaba tal comercio de personas, cómo era la esclavitud en las plantaciones, la resistencia de los esclavos en diferentes periodos y los pasos hacia la abolición de tal infamia.
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spero te sirva