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Respuesta:
El hombre natural y el hombre histórico
El hombre natural
Rousseau habla de un estado natural del hombre, el que vive en estado de naturaleza, en el que es un habla y comprensión, sin preocupaciones y sin razón, sin lenguaje y sin hogar, ajeno a toda guerra y toda atadura. Este ser se movía por dos impulsos básicos: el amor a sí mismo y la compasión. Es un ser inocente, como un niño pequeño. No hay separación entre lo que es y lo que parece. Define al hombre como un buen salvaje, un hombre primitivo que vive en paz y armonía con la naturaleza.
El hombre histórico
El hombre contemporáneo es distinto. Según Rousseau es un hombre histórico, un hombre que ha perdido la bondad original. Es un ser vil, egoísta, depravado, lleno de odio. Es un ser degenerado. Pero este hombre histórico no puede mostrar públicamente su degeneración: ha de enmascarar, de ocultar, su vileza, su egoísmo y sus pasiones. Por ello adopta un comportamiento social: la cortesía, la retórica, la técnica de las apariencias, todo aquello de que se preocupan las ciencias y las artes, todo lo que nos sirve para enmascarar temores, odios, traiciones, todo esto que adoptamos para esconder nuestra maldad es la educación. Esta máscara que adoptamos es, además, doblemente odiosa ya que evita reconocer la degeneración e imposibilita la regeneración del ser humano. Todo este proceso de degeneración se lleva a cabo a raíz de la aparición de dos factores que no tienen presencia en un idealizado Estado de Naturaleza: la riqueza y el poder. El lograr ejercer paz a través de más violenta haciendo todo un bucle que parece infinito.
El contrato social
Como no se puede volver al pasado natural del hombre, Rousseau propone el contrato social entre el individuo y la sociedad, con el fin de armonizar la convivencia humana. Esta es la única posibilidad de regeneración moral.
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