Respuestas
Respuesta:
Hace aproximadamente cuarenta años atrás surgió en Chile un movimiento artístico, político
y popular que supo identificar los muros como una herramienta de expresión y pertenencia,
y que encontró en el color y en la imagen pública un mecanismo de difusión igualitario y
provocativo, que en tiempos de dictadura, llegó a conformar una de las bases del imaginario
de resistencia y lucha social. En condiciones de clandestinidad y oposición, el muralismo
penetró las calles de nuestra urbe compartiendo y difundiendo un mensaje de cambio;
paralelamente, impuso y evidenció la presencia y vida de grupos e individuos reprimidos
desde la oficialidad. Había un sentido, un mensaje, condiciones y limitantes que hicieron
del mural y los brigadistas un símbolo nacional, conformando así una gráfica determinada
que atravesaría los poderes gubernamentales para instalarse definitivamente dentro de los
tesoros artísticos y culturales de nuestro país.
Desde la Historia hubo un inmediato reconocimiento y un especial interés en
inmortalizar la fuerza de los murales y las principales brigadas, dentro de las que destacan,
las conocidas Brigada Ramona Parra y Brigada Elmo Catalán. La tarea fue básicamente
esclarecer sus orígenes, resguardar su indiscutida relevancia social y describir los medios
a través de los cuales pudieron tener cabida en la realidad
. No obstante, en general la
historio grafía no abordó la existencia de dinámicas de significación comunitaria que surgen,
se mantienen y renuevan al pintar un mural, la influencia de los murales en la conformación
de una identidad tanto individual como colectiva, y el importante rol que juega la memoria de
un pasado y de un presente que no se acepta ni se olvida, que se grita una y otra vez. Nada
sabemos del muralismo post-dictadura porque hemos confinado el estudio de su historia al
campo del pasado, porque hemos silenciado la existencia de relaciones que se reproducen
en nuestra contingencia y realidad
Han pasado ya algunas décadas y lo cierto es que el mural de hoy no sólo no es el
mismo de entonces, sino que responde a nuevas dinámicas sociales, otros imperativos,
diferentes estéticas y sin duda, una nueva forma de concebir lo social. Cuestionarse
estos cambios es una obligación, sin embargo, es una obligación que sólo tiene sentido
en tanto logramos comprender a qué responden dichas variaciones, qué relaciones y
significaciones se encuentran detrás de los muros pintados de nuestra ciudad. Cada mural
tiene un mensaje, una funcionalidad y una misión que nos habla de quién lo pinta, de
cierta intencionalidad y urgencia. Sin embargo, también cada sujeto
Explicación: