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Hacer teatro” es una de las herramientas más completas, complejas y, sin embargo, agradecidas que puede hacer un docente. Muchas veces oímos a los profesores decir “yo hago mucho teatro en mi clase” o “nuestra profesión es puro teatro”.
Es cierto, cada profesor o profesora tiene que exponerse a diario ante un público muy exigente, controlar sus emociones, mantener una postura idónea, adecuar la voz, concentrarse y conseguir la concentración de su público, crear un clima adecuado y transmitir un mensaje que llegue y sea duradero.
Para hacer todo esto y para conseguir que el público, que en muchos casos acude a la función obligado y sin motivación alguna, existen una serie de técnicas que podemos aplicar en clase para trabajar con nuestros alumnos y para mejorar, o al menos hacer más llevadero, nuestro trabajo. No se trata de “hacer teatro” con los alumnos, sino de aplicar técnicas del teatro en la clase. Técnicas, que en un futuro podrían conducirnos a la aventura de montar una pieza teatral, pero que desde el primer día contribuirán a crear un buen clima del aula, mejorar el rendimiento de los alumnos y generar dinámicas de cooperación
Relajación
La edad de nuestros alumnos, su revolución hormonal, los exámenes y otros elementos hacen que acudan al aula nerviosos y alterados. Nosotros mismos, acusamos el estrés muy a menudo.
Lo primero que hay que hacer para trabajar la relajación es crear un clima adecuado. Puede ayudarnos bajar un poco las persianas o la luz, no totalmente. Después pondremos una música relajante, chill-out, por ejemplo. En Youtube se puede buscar “música japonesa para relajación”.
Decimos a los alumnos que se pongan lo más cómodos posible. Si hay espacio suficiente les indicaremos que se tumben y si no, permanecerán sentados pero de forma relajada y cerrando los ojos. Es importante que no tengan nada en el cuerpo que les oprima, por ejemplo unos cordones o un cinturón muy apretados, si es así les indicaremos que los aflojen.
A continuación, utilizando un tono de voz muy calmado y una entonación pausada, les indicaremos que se concentren en partes concretas de su cuerpo.
Se suele hacer de forma ascendente, comenzando por los dedos de los pies, tobillos, piernas, brazos, abdomen, pecho, espalda, cuello y cara. Porque en torno al cuello y la cabeza es donde se acumulan las tensiones.
El tiempo destinado a la relajación variará en función de las necesidades, normalmente, las primeras veces se necesita más tiempo, pero cuando ya se ha adquirido costumbre, con cinco minutos puede ser suficiente.
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