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La finalización de las guerras de independencia aclaró bastante el panorama de gran confusión existente en la vida política de América Latina en lo que respecta a los enfrentamientos con la metrópoli, aunque dejaba al rojo vivo todas las cuestiones de política interna. A los nuevos gobiernos se les plantearon con toda crudeza las principales tareas del momento: la pacificación y la construcción de los aparatos estatales que aseguraran la gobernabilidad de las flamantes repúblicas. Esta tarea requería de una importante definición previa, que prácticamente no se había formulado en ninguno de los países de la región: ¿cuál era el proyecto nacional que serviría de base para la construcción de los nuevos Estados? ¿Cuáles eran los límites de las repúblicas, sobre los cuales podían ejercer su soberanía? Las guerras civiles que hasta mediados del siglo XIX, y en algunos casos aún más allá, se extendieron esporádica e irregularmente por la geografía americana, sirvieron para encuadrar el tema y dejar perfiladas las fronteras nacionales. Pero con ser esto importante, no era suficiente. Los enfrentamientos civiles llegaron a adquirir perfiles de una gran violencia, que sin embargo terminaron solucionándose de una forma definitiva y una vez que los países adquirieron sus actuales configuraciones no se produjeron rebrotes nacionalistas, del tipo de los que hoy azotan a la Europa del Este y a los Balcanes. Salvo algunas cuestiones de límites muy puntuales entre países vecinos, no se han planteado mayores problemas al respecto. Una clara excepción fue la creación de Panamá a principios del siglo XX. Desde el momento de la emancipación, muchos de los fenómenos que han caracterizado a la vida política y social latinoamericana, como el latifundismo, el caudillismo, el militarismo y la corrupción se suelen explicar acudiendo al concepto de herencia colonial. Esto conduce a afirmar que América Latina es ingobernable y se encuentra en tal estado de postración y catástrofe por su raíz hispánica y por el hecho de haber compartido con su antigua metrópoli una misma lengua e instituciones similares. Si este punto de vista se aplicara de modo automático, y aquí no se niegan las influencias culturales, la Historia, en tanto elemento explicativo, no sería necesaria y todo se terminaría justificando en base a la herencia colonial. Nuestro punto de vista es que no todos los países americanos funcionan igual y que los procesos históricos y las distintas fuerzas sociales existentes han modelado culturas políticas diferentes en los distintos países del continente.Las explicaciones generalizadoras, del tipo de la herencia colonial o de la dependencia, sólo son posibles porque, salvo algunas excepciones muy concretas, nuestro conocimiento de la primera mitad del siglo XIX es bastante limitado, especialmente en lo que se refiere a la Historia política. Las historias nacionales que más han avanzado en este sentido son las de Argentina y México, aunque existen bastantes baches en su conocimiento. Lo que hasta ahora se ha hecho de forma mayoritaria es o bien extender las certezas evidentes para los últimos años del período colonial o retrotraer aquellas que sirven para el período iniciado en torno a 1870/1880.
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Formación de los Estados Nacionales en América Latina. Fue en el año de 1492 cuando el almirante Cristóbal Colón, bajo el mecenazgo de la Corona de Castilla, llegó a tierras americanas. ... A partir de estas entidades territoriales nacerían los modernos Estados latinoamericanos.
La finalización de las guerras de independencia aclaró bastante el panorama de gran confusión existente en la vida política de América Latina en lo que respecta a los enfrentamientos con la metrópoli, aunque dejaba al rojo vivo todas las cuestiones de política interna. A los nuevos gobiernos se les plantearon con toda crudeza las principales tareas del momento: la pacificación y la construcción de los aparatos estatales que aseguraran la gobernabilidad de las flamantes repúblicas. Esta tarea requería de una importante definición previa, que prácticamente no se había formulado en ninguno de los países de la región: ¿cuál era el proyecto nacional que serviría de base para la construcción de los nuevos Estados? ¿Cuáles eran los límites de las repúblicas, sobre los cuales podían ejercer su soberanía? Las guerras civiles que hasta mediados del siglo XIX, y en algunos casos aún más allá, se extendieron esporádica e irregularmente por la geografía americana, sirvieron para encuadrar el tema y dejar perfiladas las fronteras nacionales. Pero con ser esto importante, no era suficiente. Los enfrentamientos civiles llegaron a adquirir perfiles de una gran violencia, que sin embargo terminaron solucionándose de una forma definitiva y una vez que los países adquirieron sus actuales configuraciones no se produjeron rebrotes nacionalistas, del tipo de los que hoy azotan a la Europa del Este y a los Balcanes. Salvo algunas cuestiones de límites muy puntuales entre países vecinos, no se han planteado mayores problemas al respecto. Una clara excepción fue la creación de Panamá a principios del siglo XX. Desde el momento de la emancipación, muchos de los fenómenos que han caracterizado a la vida política y social latinoamericana, como el latifundismo, el caudillismo, el militarismo y la corrupción se suelen explicar acudiendo al concepto de herencia colonial. Esto conduce a afirmar que América Latina es ingobernable y se encuentra en tal estado de postración y catástrofe por su raíz hispánica y por el hecho de haber compartido con su antigua metrópoli una misma lengua e instituciones similares. Si este punto de vista se aplicara de modo automático, y aquí no se niegan las influencias culturales, la Historia, en tanto elemento explicativo, no sería necesaria y todo se terminaría justificando en base a la herencia colonial. Nuestro punto de vista es que no todos los países americanos funcionan igual y que los procesos históricos y las distintas fuerzas sociales existentes han modelado culturas políticas diferentes en los distintos países del continente.Las explicaciones generalizadoras, del tipo de la herencia colonial o de la dependencia, sólo son posibles porque, salvo algunas excepciones muy concretas, nuestro conocimiento de la primera mitad del siglo XIX es bastante limitado, especialmente en lo que se refiere a la Historia política. Las historias nacionales que más han avanzado en este sentido son las de Argentina y México, aunque existen bastantes baches en su conocimiento. Lo que hasta ahora se ha hecho de forma mayoritaria es o bien extender las certezas evidentes para los últimos años del período colonial o retrotraer aquellas que sirven para el período iniciado en torno a 1870/1880.
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espero q te ayude :3