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Respuesta:
Explicación:
Pietschman opina que la Corona española tenía inicialmente una concepción de
apostolado civilizador, que se iría secularizando hasta convertirse en una de las
bases más importantes de la política colonial del Imperio español (citado por
González, 1997b, p. 30). Lo anterior nos lleva a inferir que la religión, en este
caso la católica, funciona no solo como modo de respuesta hacia los fenómenos
naturales que suceden en nuestro medio, sino también como forma de cohesión
social y política de un Estado, la cual le otorga la legitimidad para actuar muchas
veces de manera despótica con el objeto de establecer y mantener la unidad nacional.
Tanto es así que “cuando se empiezan a consolidar los Estados nacionales y los
soberanos tienden al absolutismo, la Corona [española] busca controlar más los
nombramientos eclesiásticos, para lograr que el poder de la Iglesia estuviera bajo el
servicio de la consolidación del Estado” (González, 1997b, p. 31). Posteriormente,
en el reinado de Felipe II, se creó la denominada Junta Magna que tenía como objeto:
estructurar el patronato de manera que excluyera toda injerencia papal y
fomentara la creación de una iglesia totalmente hispanizada en América. (…)
prohibió la difusión de cualquier obra que exaltara los logros culturales de las
sociedades aborígenes y que diera a conocer sus creencias y costumbres.
Además, estableció la censura para las obras que hablaran de la conquista y
de los conflictos entre la iglesia y Estado en América. Para estas medidas, se
contaba con el apoyo de la Inquisición, implantada en Lima en 1569 y en
México en 1570. (González, 1997b, p. 37).