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Explicación:
Comienzos y consolidación del papado
Mosaico de Justiniano I (527-565) en la iglesia de San Vital de Rávena, ejemplo de arte bizantino del siglo vi en Italia
En los comienzos del cristianismo no había diferencia entre los diferentes obispos, aunque tras el cese de las persecuciones romanas (c. 360) surgió la necesidad de unificar las creencias y centralizar el poder.3 En el rastreo del primado papal, Dámaso I (366-384), se presentó como un nexo espiritual entre los cristianos del Imperio Romano de Occidente y de Oriente, mientras se mostraba intrasigente con las doctrinas contrarias a las establecidas en los concilios. Al mismo tiempo, la figura del emperador se consolida en el dominado, por la que adopta una forma mística, legitimada y enviada por Dios, que busca el centralismo del poder mediante el apoyo de la Iglesia.4 El papa León I el Magno (440-461) asumió el título de pontifex maximus, que habían abandonado los emperadores romanos desde el 382.3 La supremacía papal se consolida con Gelasio I (492-496), quien dirigió una carta al emperador Anastasio I (491-518) en donde formula la doctrina de las dos espadas, entendida como la justificación de la superioridad de la potestad espiritual del Papa sobre la temporal del emperador.5
Al mismo tiempo que el poder de la Iglesia cristiana iba creciendo en Europa, el de los emperadores disminuía. En medio de la crisis por las guerras constantes, el emperador Justiniano I (527-565) trató de reafirmar el dominio imperial en Italia desde el este, en lo que se conoce como guerra gótica (535-554).6 A pesar de que la campaña fue exitosa, se estableció para Italia un exarcado,[cita requerida] la influencia imperial era limitada. En 568 los lombardos invadieron la península estableciendo el Reino lombardo. Cuando entraron en Italia, algunos lombardos conservaron su forma nativa de paganismo, mientras que otros eran cristianos arrianos, de ahí que no tuvieran buenas relaciones con la Iglesia católica, a la que persiguieron con celo.7 El fracaso de los emperadores para enviar ayuda dio lugar a que los papas se encargaran de la alimentación de la ciudad con el grano de la hacienda papal. Así como de la negociación de acuerdos con los lombardos, mediante el pago a sus líderes a cambio de protección o, en su defecto, la contratación de soldados para defender la ciudad.8 Esto marcó el final de la influencia en Roma del Imperio bizantino.