Respuestas
Respuesta:
No toleró a los troyanos que Paris no la eligiera como la diosa más hermosa
Explicación
- La diosa Hera tuvo un papel protagonista en numerosos episodios del ciclo troyano, estando de lado de los griegos de forma incondicional. El origen de su odio hacia los troyanos se remonta a unas décadas antes de que estallara la guerra. Durante la celebración de las bodas de Tetis y Peleo, la diosa Eris, divinidad de la discordia, enojada por no haber sido invitada al evento, hizo acto de presencia y arrojó una manzana de oro en medio de la reunión. “Para la más bella”, fueron sus únicas palabras antes de desaparecer. Las diosas comenzaron a discutir entonces para decidir quién de ellas tenía derecho a quedarse con la manzana. Tres divinidades optaban al título de la diosa más bella: Atenea, Afrodita y Hera. Para evitar que la discusión entre ellas se tornara violenta, Zeus decidió buscar un juez imparcial que dirimiera el litigio. Escogió a Paris, un pastor que apacentaba sus reses en el monte Ida, cerca de Troya. Entregó a Hermes la manzana de oro con el encargo de que se la llevara al pastor, para que éste se la ofreciera como presente a la diosa que considerara más hermosa. Hermes se presentó en el monte Ida e informo a Paris de los designios de Zeus. El pastor aceptó el encargo, de modo que las tres diosas se fueron presentando ante él en el máximo apogeo de su belleza. Para tratar de sobornar al juez, cada una de ellas le ofreció un don en el caso de resultar elegidas. Atenea le ofreció la sabiduría. Hera la felicidad conyugal y la dicha familiar. Afrodita, por último, le prometió el amor de la mujer mortal más hermosa del mundo. Paris no dudo un instante y, ya fuera porque su regalo le parecía el más apetecible, ya porque considerara que realmente era ésta la diosa más hermosa, escogió a Afrodita y le hizo entrega de la manzana de Eris. De este modo, Hera y Atenea juraron odio eterno al pastor, mientras que Afrodita se convirtió en su protector. Al saberse tiempo después que Paris era en realidad el hijo del rey Príamo, soberano de Troya, el odio de Atenea y Hera se extendió a todos los troyanos. Este fue el motivo por el cual, al estallar la guerra entre aqueos y troyanos, Hera se posicionó del lado de los primeros.
Durante el trascurso de la guerra, Hera trató de influir en su esposo Zeus para que inclinara la balanza a favor de los griegos y permitiera la caída de Troya. Pese a sus suplicas y artimañas, Zeus permaneció firme en su designio de dejar que el destino se cumpliera por sí solo, sin intervenir él mismo ni dejar que el resto de dioses intervinieran más que de forma puntual. En alguna ocasión, la propia Hera tomó parte de los combates de forma activa. En un momento en el que el héroe griego Diomedes titubeaba ante la presencia del dios Ares ayudando a las filas troyanas, Hera le animo a arrojar su lanza contra él, con el resultado de que el dios quedó herido y tuvo que retirarse del campo de batalla.
Tras la caída de Troya, Hera mantuvo su odio hacia los supervivientes, representados ante todo por Eneas y sus hombres. Durante los viajes de éstos hacia las costas de Italia, la diosa les presentó todo tipo de dificultades, siendo la más dura de ellas el haber sembrado la discordia entre los pueblos itálicos para que éstos se enfrentaran con las armas a los troyanos recién llegados. Pese a esto, tal y como narra Virgilio en su Eneida, Hera y Eneas se reconciliaron, de modo que los sucesores de éste, el pueblo romano, gozó durante siglos de la protección de esta diosa.