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En la actualidad a la entrada del siglo XXI, los nuevos rasgos del imperialismo, el neoliberalismo, la globalización o mundialización, imprimen su sello a la explotación del ambiente a nivel global. Hoy es una realidad los problemas del medio ambiente y toda la naturaleza del planeta se encuentra gravemente afectada. A esto se agrega el aumento de los niveles de miseria y pobreza en que vive la tercera cuarta parte de la humanidad, que agrava y potencia la acumulación de la deuda ecológica y social del Tercer Mundo, lejos de disminuir, los problemas ambientales se han hecho más críticos y más lejana su solución.
La política neoliberal, centra su atención en una ideología egoísta y consumista reflejo del desarrollo de las innovaciones de los países del 1er mundo y el mal uso de las altas tecnologías que se manifiestan en los modelos de vida están: la mala distribución de los recursos, el mal empleo de estos en el mundo y la falta de equidad entre todos los países, la sobreexplotación de los combustibles fósiles y la pronta utilización de los agro combustibles afectando las economías y consumos agrícolas de los países en vías de desarrollo, la destrucción de la capa de ozono, la desertificación, la sequía, la erosión de las costas y el calentamiento global.
En el siglo XXI es urgente los debates sobre las polémicas y los desafíos para la raza humana y otras especies que conviven en nuestro planeta y se encuentran en peligro de extinción, el deterioro de la naturaleza, las desigualdades sociales, las diferencias abísmales entre los países pobres y los ricos requieren del establecimiento de una globalización humana, responsable y solidaria.
Fidel Castro Ruz lo advirtió en su intervención el la Cumbre de Río de Janeiro en 1992 al plantear, lo tarde que el mundo había tomado conciencia de nuestra propia liquidación y cuan culpables son la sociedad de consumo, “Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido, sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre no el hombre”.
La situación ambiental es una cuestión de responsabilidad social, donde la comunidad internacional debe comprometerse con los retos que impone los conflictos que emanan del desarrollo humano. Estamos implicados desde las instituciones docentes y no docentes, centros de trabajos, el Estado, organizaciones gubernamentales, las ONG, centros investigativos, laboratorios, grupos ecológicos, entre otros factores que valoren la importancia de la supervivencia humana, la lucha por salvaguardar el medio ambiente y la biodiversidad son directrices de la política ambiental que debe regir en cada país.
Las afectaciones al medio ambiente en su solución, requiere recursos humanos y financieros, coordinación y concertación institucionales, medidas técnicas organizativas: todo ello sin olvidarnos de que en última instancia es el hombre, de acuerdo con su nivel de conocimientos y sensibilidad ambiental, el factor clave para la solución de los problemas.
En la medida que la sociedad se fue haciendo un ente cada vez más compleja, la "segunda naturaleza" se fue convirtiendo en un elemento ineludible dentro de cualquier definición de entorno. Necesariamente, lo social, vale decir, los elementos económicos, culturales, sociales, e históricos, deben de estar presente en el nuevo concepto.
No es hasta el año 1977 en Tbilissi (antigua URRS) se desarrolla la conferencia intergubernamental sobre educación ambiental, organizada por la UNESCO y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), donde queda atrás esa concepción estrecha de medio ambiente, con una noción más amplia de él, que incluye de modo general el aspecto social y se define como un sistema complejo y dinámico de interrelación ecológica socioeconómicas y culturales, que evoluciona a través del proceso histórico de la sociedad. Abarca la naturaleza, la sociedad, el patrimonio histórico – cultural, lo creado por la humanidad, la propia humanidad, y como elemento de gran importancia las relaciones sociales y la cultura.