Respuestas
Explicación:
Existe una fe no verdadera
Santiago nos muestra la verdad de que existe una fe falsa al decirnos: “¿De qué sirve hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo?” (Stg. 2:14). Lógicamente, tal pregunta se debe responder de manera negativa.
Lucas también nos alerta sobre la fe ficticia al escribir sobre Simón el mago, quien creyó y sin embargo permanecía “en hiel de amargura y en cadenas de maldad” (Hch. 8: 13,23).
Nuevamente encontramos el peligro de acercarnos a Cristo con una fe falsa en la parábola del sembrador. Hubo una semilla que cayó “sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad” (Lc. 8:6).
Nuestro Señor explicó que esta escena representa a aquellos que “cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Lc. 8:13)[i].
Fe verdadera y fe falsa
Considerar que existen dos tipos de fe inevitable nos lleva a cuestionarnos: ¿Cuál es la diferencia entre ambas? ¿Cómo puedo distinguir entre la fe salvífica y una fe falsa, externa y superficial que deja al pecador sin perdón y vida eterna?
Los teólogos usualmente reconocen tres aspectos o elementos de la fe verdadera:
1. Conocimiento (notitia) – Elemento mental de la fe:
Este elemento se refiere al contenido de la fe, los datos o información que el pecador debe saber para poder ser salvo.
El pecador no puede ser salvo poniendo su fe en algo falso, aunque sea sincero en su creencia. Es por eso que debe tener conocimiento de quién es Cristo y de su obra en la cruz para salvar a los pecadores.
En otras palabras, este elemento tiene que con el objeto de nuestra fe.
2. Asentimiento (assensus) – Elemento emocional de la fe:
El segundo elemento de la fe salvífica se conoce como asentimiento.
Primero, el pecador escucha el evangelio. Ahora, queda convencido de esa verdad y el corazón responde anhelando a Cristo para remediar su mal.
Berkhof comenta sobre este elemento:
“Cuando uno abraza a Cristo por la fe, lo hace con profunda convicción de la verdad y de la realidad del objeto de la fe, siente que esa fe satisface en la propia vida una necesidad importante, y tiene conciencia de que en ello le va un interés absorbente…”[ii].
3. Confianza (fiducia) – Elemento volitivo de la fe:
Este es el elemento que completa la fe salvífica. Es su punto culminante.
La verdadera fe no solo despierta la mente a la verdad del evangelio y tampoco se detiene al despertar en el corazón un deseo por Cristo, sino que también afecta nuestra voluntad.
El pecador, conociendo el glorioso evangelio de salvación (conocimiento), y deseando a Cristo como su mayor tesoro (asentimiento), ahora decide apropiarse de Cristo, recibiéndole como Señor y Salvador (confianza).
Berkhof, comentando sobre este tercer elemento, dice que:
“… consiste en una confianza personal en Cristo como Señor y Salvador, incluyendo el sometimiento a Cristo del alma que se considera culpable y manchada, y que esta reciba y se apropie a Cristo como la fuente del perdón y de la vida espiritual”[iii].
Los dos primeros elementos son necesarios para la fe salvífica, pero no suficientes. El pecador es perdonado cuando, humillado, viene a Cristo y se apropia de Él con fe penitente (fe y arrepentimiento de pecados son dos caras de la misma moneda).