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Los Girasoles buscan siempre la luz del sol, así entonces, pasan el día girando en busca del señor astro, pero a medida que van madurando, dicen los lugareños, ellas van frenando su giro hasta estacionarse mirando siempre hacia el este. Según la mitología griega, el Girasol representa al amor y al sol.
Y es que, aunque la presencia de luz es fundamental, es el ritmo circadiano es realmente lo que determina cuándo gira el girasol (y cuándo deja de hacerlo), anticipando, de alguna forma, la llegada del Sol. Este movimiento -que los científicos llaman heliotropismo- favorece que las plantas crezcan más.
Según los autores del estudio publicado en la revista Science, "los girasoles inmaduros siguen el movimiento del Sol [...] pero cuando las plantas maduran, se 'asientan' y se quedan mirando hacia el este". Es el crecimiento desigual de sus tallos lo que provoca el giro. Y cuando dejan de crecer, dejan de girar.
El movimiento de los girasoles es marcado por el ciclo de día y noche. De esta forma las flores apuntan al este por las mañanas, siguen al sol en su camino hacia el oeste y, durante la noche deshacen el camino para encontrarse mirando al sol a la mañana siguiente.