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8 OCT 1990 - 18:00 COT
La concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a las comunidades sefardíes dispersas por el mundo es un hito importante en la larga historia de reencuentros -y desencuentros- entre España y los sefardíes. Como sefardí he de destacar la enorme simpatía e ilusión con que recibo este premio que simboliza la voluntad de acercamiento de los españoles a los sefardíes, ya que acertadamente el premio está al margen de lo oficial y se entrega a los sefardíes -o a sus comunidades- por el mero hecho de serlo, por ser herederos y depositarios de un legado hispánico.El hispanismo de los sefardíes se asienta ante todo sobre una orgullosa conciencia de serlo, y se manifiesta en su voluntad de mantener las peculiaridades que aún hoy perviven, como las liturgias, los apellidos, las gastronomías, las tradiciones, en una forma específica de ser judío y en una actitud ante la vida forjadas en la época de oro del judaísmo español. La lengua sefardí, otrora exponente más visible de sus raíces españolas, se extingue al haber sido desplazada en las últimas generaciones por la lengua del país de residencia.