Respuestas
El Estado constitucional liberal no tiene nada que ver con las anteriores
superestructuras políticas, y en sus relaciones con la sociedad se caracterizará
por su “neutralidad”: abstencionismo económico, aconfesionalidad religiosa y
neutralidad política (35). En réplica a las diversas teorías precedentes sobre
cuáles habían de ser los fines del Estado, el liberalismo responde que el
Estado carece de fines (36), que es meramente pasivo, que los fines están en
los particulares, en el mundo privado (37). Fue Rousseau quien remarcó con
énfasis este aspecto, lo que le lleva a dar un paso más que sus predecesores,
distinguiendo no solamente al Estado del rey, sino también -por vez primera- al
Estado del gobierno: éste, en cuanto poder ejecutivo, podía ser activo; pero el
Estado es esencialmente pasivo respecto a la sociedad (38). El único objeto de
la actividad pública es preservar la separación entre el Estado y la sociedad: es
en esta última donde se proponen los fines y las iniciativas, que el Estado debe
proteger tutelar y defender pero sin intervenir. “De todos los medios de alcanzar
la felicidad- sentenció Sieyes- el Estado es el más poderoso” (39). Aunque la
separación de poderes no es mero artificio técnico, sí resulta cierto que el
Estado burgués originario pretende ser “neutral” y pasivo, una maquinaria
inerte movida a impulsos de la sociedad civil (40) que contrasta con el carácter
“misional” de los reinos medievales