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Respuesta:
Simón Pérez el mayordomo de una hacienda, cuenta la historia de lo que fue su vida como desertor en la guerra del 85 en compañía de un indio boyacense, todo comienza cuando le preguntan que necesitaban tablas para construir unos canales y que no habían aserradores, pues este no sabía absolutamente nada de este oficio, cuenta como anduvieron por cuatro días caminando en medio de una montaña sin comer y con los pies heridos. Escuchó hablar de una empresa minera la cual fundaba el Conde de Nadal, y se orientaron a llegar allá.
Nudo
Simón logra ganarse al Conde diciendo que era un buen aserradero, y este necesitaba uno, lo hizo cantando sus trovas a todos los peones, porque en cantos bravíos si era un experto, y total inexperto en serruchos, tableros y troceros. El Conde le otorga quedarse como dueño del campo, porque era capaz de manejar el orden de lo que debía hacerse, lo vio como un buen líder. Dice al otro aserrador vamos con método, lo primero que debemos hacer es dedicarnos a señalar arboles de comino en el monte que están bien rectos y bien gruesos para que den bastantes tablas. Después los tumbamos y por ultimo montamos el aserrío.
Desenlace
Le contó la historia al otro aserrador, de que no conocía absolutamente nada de ese oficio, pero que no fuera a contar nada al Conde, que se tragara la lengua y lo enseñara a aserrar y a cambio le daría dos reales de los doce que él se ganaba. Como le habló de plata, ya él conocía las influencias que éste tenía en la casa con los patrones así que aceptó la propuesta.
Fue asi como duró un año trabajando en la mina como el aserrador principal, con doce reales diarios más que los peones que ganaban solo cuatro. Se compró una casa en Sopetrán y quince bueyes. Tuvo un hijo con la sirvienta del Conde y se convirtió en ahijado de la condesa, y dijo que aquel indio boyacense con el cual vivió la aventura se murió de hambre.