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Aquel verano mis padres me habían llevado a un campamento militar para "reformar me", en el campamento conocí a un grupo de chicos con los que me empecé a juntar, "pequeños pillos" nos decían, terminamos varias veces limpiando baños por nuestras travesuras hasta que un día llegó muy lejos, habíamos llenado un cubeta con huevos y se la íbamos a lanzar al primero que entrase en el comedor, para nuestra desgracia fue el coronel, este perfuo la compostura, me agarro de un brazo y me hizo mirarle a los ojos, sentí rabia y ganas de golpearlo, lo hicé.
Cuando desperté iba en un carro de la policía, pregunté qué había pasado y me contaron que yo había matado al coronel junto con los muchachos. Llegamos al lugar y aterrado recibí mi nueva ropa color naranja, me encerraron en un lugar donde la luz poco se filtraba y yo ya no golpeaba si no era el saco de boxeo de los presos.