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Respuesta:
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Explicación:
Hace 42 años, el ruido de metralletas y botas militares se impuso al verbo lúcido y a las gafas de pasta del presidente chileno Salvador Allende. Con el triunfo del golpe de estado el 11 de septiembre de 1973, miles de personas afines al mandatario socialista se convirtieron en el objetivo de la Junta Militar, que instauraba desde el miedo una dictadura que se prolongaría los próximos 17 años. La embajada de México en Santiago de Chile abrió sus puertas de par en par y se convirtió en un salvavidas para cientos de nacionales y extranjeros perseguidos. El diplomático mexicano Gonzalo Martínez Corbalá acogió a todos los que llegaron sorteando controles, esquivando carabineros y saltando la tapia de la embajada, sin distinción. Era cuestión de vida o muerte. Las cartas y las solicitudes que escribieron aquellos refugiados – “exponga los motivos por los que quiere salir del país”, “¿por qué escoge México?”- son las voces de súplica de quienes pusieron a México como la tierra de la esperanza.