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Belerofonte era un joven fuerte y valiente, hijo del rey de Corinto y Eurímede. Este se llamaba Hipónoo o Leofontes pero tras matar accidentalmente a un tirano corintio llamado Belero, se lo cambió por Belerofonte. Pero según otros, a quien mató fue a un hermano suyo.
Tras este incidente, Belerofonte decide marchar a Tirinto, para purificarse con ayuda de rey Preto. Pero allí, la esposa de Preto, se enamoró del joven y al ser rechazada por este, resentida, decidió vengarse. Esta lo acusó con su marido de haberla violado, pero Preto al no poder violar las sagradas leyes de hospitalidad, manda a Belerofonte a la corte de su suegro Yóbates. El joven le lleva una carta de parte de Preto, en la que le cuenta lo que había pasado y ordena a Yóbates que mate a Belerofonte. Yóbates tampoco podía matar a Belerofonte debido a las leyes de hospitalidad, y por esto encarga al joven a matar a la Quimera, un monstruo con una cabeza de león, otra de macho cabrío y con cola de cabeza de dragón, que sacaba fuego por sus cabezas.
En el camino en busca de la Quimera, la diosa Atenea decidió ayudar a Belerofonte para que este pudiera terminar con la Quimera. La diosa le entregó una brida de oro con la que podía domar al alado caballo Pegaso para que, montado en este, pudiera matar a la Quimera. Pegaso volaba muy rápido y aunque el monstruo intentaba convertir a Belerofonte en ceniza, este pudo lanzar unas flechas para finalmente lanzar una lanza de plomo directo a sus fauces. De esta manera Belerofonte venció a la Quimera.
La Quimera de Arezzo, obra etrusca aproximadamente del siglo IV a.C, hallada en la ciudad de Arezzo en 1553.
Quimera debida a Viollet-le-Duc, situada en las torres de la catedral de Notre Dame de París.
Escultura de mármol de Nicanor Plaza. Representa a una virgen y el monstruo a su espalda y la podemos encontrar en el Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago, Chile.
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