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Respuesta:
En Chile, los estudios recientes sobre
deserción escolar en educación básica indican
que ésta prácticamente no existe, siendo la co-
bertura nacional en el nivel primario del
99,5%. No obstante, cuando estas cifras se
analizan en mayor detalle se aprecia que en el
quintil más pobre la cobertura disminuye al
98,5% y que, en el período 1992-2002, sólo un
83,5% logró egresar de este ciclo en el período
de 10 años de la cohorte establecida
(ACHNU, 2006). Por lo tanto, un 16,5% del
total de la cohorte no terminó, al menos, la
educación básica. Este porcentaje no se distri-
buye aleatoriamente, sino que son los grupos
más pobres y excluidos los que en mayor me-
dida sufren este problema.
De esta forma, y más allá de los impor-
tantes avances que se han logrado en materia
de cobertura educacional en Chile reflejados
en los crecientes niveles de escolaridad que
presenta la población de este país (sobretodo
si se los compara con otras realidades latino-
americanas), lo cierto es que resulta preocu-
pante que, tal como indican Espíndola y León
(2002), los adolescentes del 25% de los hoga-
res urbanos de menores ingresos presenten
unas tasas de abandono escolar que, en pro-
medio, triplican a las de los jóvenes del 25%
de los hogares de ingresos más altos.
El vínculo existente entre pobreza, ex-
clusión y deserción escolar obliga a reponer
este tema en la agenda de las políticas educati-
vas, considerando que la educación sigue
siendo uno de los mecanismos fundamentales
de inclusión social de las personas, y por tanto
también es un medio que habilita a los sujetos
para el ejercicio amplio de sus derechos. En
efecto, quien en la actualidad no cuentan con educación básica completa está prácticamente
excluido de todas las instituciones sociales,
culturales, políticas y económicas. Si bien en
Chile los porcentajes de deserción son margi-
nales, en el caso de los sectores más vulnera-
bles las cifras muestran que cada año va en au-
mento el número de niños y jóvenes que se de-
sarrollan por “fuera” del tipo de vida cívica
que se ha definido en las sociedades democrá-
ticas.
Indudablemente, esta situación requie-
re de intervenciones integradas que provean
respuestas diversificadas y secuenciadas que
favorezcan el reencanto con la educación, la
eventual reincorporación al sistema educativo
formal o la existencia de ofertas educativas es-
pecializadas, ello en vista del logro de los 12
años de escolaridad con que se ha comprome-
tido el Estado chileno. La posibilidad de éxito
de dichas intervenciones radica en la identifi-
cación certera de los factores que están llevan-
do a los niños, niñas y jóvenes de sectores vul-
nerables a abandonar la escuela. Por este mo-
tivo, la profundización de las investigaciones
relativas al fenómeno de la deserción y reten-
ción escolar adquieren una relevancia funda-
mental.
En esa perspectiva