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Respuesta:
Cuando éramos niñas, la abuela nos decía: “Hijita, tú debes de jugar a las muñecas, a hacer la comidita y a ser mamá.” De hecho, las muñecas eran nuestros bebés.
Antes, el papel de la mujer era casarse, ser mamás y quedarse en casa a cuidar a los hijos y punto final. No tenían derecho a tener aspiraciones o metas que se desviaran del matrimonio y crear una familia. Lo máximo que una mujer podía lograr era tomar alguna clase de pintura, tejido, manualidades, o cualquier cosa cuyo uso se pudiera aplicar en el hogar. Las mujeres que contaban con alguna profesión o carrera, la abandonaban al contraer matrimonio, preparándose para tener hijos y formar un hogar. En algunas culturas, las mujeres no podían comenzar a estudiar una licenciatura, y en otras las mujeres ni siquiera podían ir a la preparatoria. Y casarse para después trabajar o estudiar estaba “prohibido”. El hombre siempre fue el proveedor de la familia. Era obligación y derecho exclusivo del hombre el desempeñarse en el campo laboral y/o profesional.
Durante los años 50’s, aunque el hombre no pudiera sacar adelante un hogar del todo, no permitían que sus esposas también tuviesen trabajo. No era aceptable, y tampoco bien visto, que una mujer casada trabajara en lugar de dedicarse al hogar y a su familia. En algunas culturas estaba considerado como falta de autoridad por parte del hombre. En otras culturas, el que la mujer trabajara era señal de que el hombre no cumplía con su función de proveedor de la familia y, tristemente, en la actualidad todavía hay personas que piensan así.
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