Respuestas
El 2 de junio de 1897 fue promulgada la nueva ley de fábricas, que reduce la jornada de trabajo en las fábricas y empresas industriales y establece el descanso en días feriados. Los obreros de Petersburgo esperaban desde hacía mucho esta ley, que el gobierno prometió ya en 1896, asustado por la gran huelga obrera de la primavera de dicho año. A esta gran huelga en las fábricas de hilados y tejidos de algodón siguieron otras, y en todas partes los obreros exigieron la reducción de la jornada. El gobierno respondió a las huelgas con salvajes represalias, detuvo y deportó sin juicio a gran número de obreros; asustado, trató de influir sobre ellos con frases estúpidas acerca del amor cristiano de los fabricantes a los obreros (circular de 1895-1896 del ministro Witte a los inspectores del trabajo[2] ). Pero los obreros se limitaron a reírse de esas frases, y ninguna represión fue capaz de detener el movimiento, que abarcó a decenas y centenares de miles de obreros. El gobierno comprendió entonces que era necesario ceder y satisfacer, por lo menos, una parte de las reivindicaciones. Además de salvajes persecuciones contra los huelguistas y de frases falaces e hipócritas, los obreros de Petersburgo recibieron como respuesta la promesa del gobierno de promulgar una ley por la cual se reduciría la jornada de trabajo. Esta promesa fue hecha, con una solemnidad sin precedente, en avisos especiales[3] fijados en las fábricas en nombre del ministro de Finanzas. Los obreros aguardaban impacientes el cumplimiento de esta promesa, esperaban la ley para el 19 de abril de 1897, dispuestos a pensar de antemano que esta promesa del gobierno, lo mismo que otras muchas hechas por él, era un burdo embuste. Mas esta vez el gobierno cumplió su promesa: la ley ha sido promulgada; sin embargo, más adelante veremos qué carácter tiene. Ahora examinaremos las circunstancias que obligaron al gobierno a cumplirla.