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El teatro y la política siempre han ido de la mano. La política, a veces, es puro teatro. Sin ir más lejos estos días hemos visto mucha escenificación. Y lo que nos queda. Puestas en escena con todo tipo de personajes, donde no faltan el bueno, el malo, el que pasaba por allí.
De manera implícita o explícita, de modo consciente o inconsciente cuando hacemos teatro impregnamos con nuestra subjetividad al producto artístico final. De igual forma, la creación escénica implica orientaciones y valoraciones políticas, muy vinculadas a las relaciones emocionales que tienen los sujetos y grupos humanos con respecto al poder político. La obra que mencionamos al inicio abordó a la familia contemporánea como grupo primario, célula fundamental de la sociedad. Recordemos que nuestra existencia no es posible concebirla sin los diferentes grupos humanos que conforman la sociedad. Y justamente, la familia tiene vital importancia ya que es el primer grupo humano al que pertenecemos. Por otra parte, la política está presente en todas las áreas de la vida cotidiana. La misma influye sobre nosotros, en nuestro nivel y calidad de vida, de ahí que para ningún individuo puede estar indiferente a la actividad política. Incluso, las personas que afirman ser apolíticos, esa también es una forma de hacer política.