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CÓMO FOMENTAR LA CULTURA DEL AHORRO:
1. Considera la edad:
Es distinto enseñar a ahorrar a un adolescente de 15 años, que a un pequeño de 5 o 10 años. Cada edad viene con un nivel de entendimiento y de necesidades.
Sin embargo, independiente a la edad, es importante, enseñarles el valor del dinero y lo que se puede lograr cuando se guarda una parte del dinero en un ahorro progresivo que puede comenzar guardándolo en una alcancía o una cuenta bancaria.
2. Entrega una cantidad periódica:
Es importante que establezcas una cantidad fija y ser puntual en la entrega. Elige si será semanal, quincenal o mensual. Así los niños comprenderán la relación entre la duración del dinero y el tiempo.
Eso sí, deben saber que antes de la fecha pactada no recibirán más dinero, y de esta manera explicarles cómo pueden administrar mejor lo que guardan y lo que les queda tras ahorrar.
3. Motiva el ahorro:
Pregúntales qué les gustaría comprar e invítalos a ahorrar para conseguirlo. Al principio lo mejor es elegir un objetivo a corto plazo, para que no pierdan interés, ni se desmotiven.
Ayúdalos a calcular cuánto deben ahorrar de la cantidad que reciben y en cuánto tiempo reunirán el total. Apoya su esfuerzo regalándoles una alcancía, una caja de seguridad donde podrán almacenar el dinero o abriéndoles una cuenta de ahorros.
4. Recuerda el aprovechamiento de los recursos:
Al hablar de ahorro no te límites al dinero, explícales también el ahorro de recursos, como la electricidad o el agua. Explica por qué un uso eficiente de estos recursos es un ahorro económico en el presente y una inversión en su futuro.
5. Enséñales a compartir:
Establece alguna meta en familia y asigna la cantidad que debe aportar cada persona, de acuerdo a sus ingresos. El objetivo puede ser algo para todos, como comprar el regalo de día de la madre o una pizza para compartir viendo una película.
La idea es que los niños entiendan que con su dinero también pueden hacer cosas por los demás y que no todos los objetivos son individuales.
6. Un registro de ingresos y gastos:
Es difícil saber con exactitud cuánto hay dentro de una alcancía. Enséñales que pueden llevar registro de sus operaciones financieras en un cuaderno, algo similar a un estado de cuenta. Cada vez que aporten o retiren dinero, deberán anotarlo con la fecha. Así en todo momento sabrán de cuánto disponen para cumplir sus propósitos.
7. Compras bien pensadas:
Aunque deberás respetar sus decisiones, es importante que orientes sus compras. Explícales qué deben considerar, por ejemplo, duración del objeto, si requiere mantenimiento y algunas características que denoten calidad.
Así, entenderán la diferencia entre bienes inmediatos y bienes duraderos. Además, aprenderán a elegir lo que más les conviene.
8. Ofrece herramientas financieras:
Como concepto puede ser muy complicado de explicar a un niño, pero llevado a la práctica, el aprendizaje será muy sencillo. Explícales, por ejemplo, el préstamo. Realiza una dinámica apegada a la realidad. Préstales cierta cantidad, que sus ingresos le permitan pagar, y establece una fecha límite de pago.
Diles que si no pagan en esa fecha, la cantidad se irá incrementando y su deuda crecerá. También háblales acerca de las ofertas y cómo los precios bajan en cierta temporada. Un niño no tiene una tarjeta de crédito para compras a meses sin intereses, pero tú puedes apoyarlo.
9. Cuentas de ahorro para niños:
Ya existe una gran oferta de cuentas de ahorro especiales para niños. Este instrumento es útil y divertido, porque les permite vivir experiencias de adultos, como ir al banco o utilizar un cajero automático.
Una vez que hayan ahorrado en alcancía, podrían trasladar este dinero a una cuenta bancaria. Aumentará la complejidad del proceso, pero los niños empezarán a entender cómo funciona el 'mundo real'.
10. Elige el método más adecuado y diviértete con los más chicos:
Una vez que has decido enseñarles a ahorrar a tus hijos, seguramente te preguntarás ¿cómo hacerlo?, ¿por dónde empezar? Si bien no existe un método probado, lo mejor es ser creativo e implementar la forma que más se ajuste a ti, utilizando la comunicación familiar, experiencia y carácter de tus hijos. Por ejemplo, un sistema de metas y recompensas.
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