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La restauración Meiji (1868) acabó con la era feudal, trasladó la capital a Tokio, occidentalizó el país e hizo que emergiera como la primera potencia asiática industrializada. Ciento cincuenta años después, Japón se enfrenta a una serie de problemas socioeconómicos – la economía crece menos del 1% desde la década de los noventa, la deuda supone el 230% del PIB, tiene una sociedad envejecida…– que son graves pero no requieren medidas tan radicales como las que se adoptaron entonces (Wallace).
El problema de la economía japonesa se encuentra en su estructura demográfica (Yoshino, Miyamoto y Taghizadeh-Hesary). Puede que ningún país haya experimentado nunca en la historia de la humanidad una crisis demográfica como la de Japón: perderá un tercio de su población en cincuenta años.
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