• Asignatura: Historia
  • Autor: campoverdec81
  • hace 7 años

un cuento del coronavirus​

Respuestas

Respuesta dada por: celesteborsella
6

Respuesta:

El coronavirus era un virus que amaba viajar por el mundo, y su lugar favorito era Europa, amaba a los ancianos y eran su comida favorita.

Explicación:

Respuesta dada por: MinVictoria
3

Combatiendo el COVID-19

Me levanté una mañana del mes de marzo como todos los días para ir a la escuela, al terminar de arreglarme pude escuchar la voz de mi mamá llamándome para que bajara a desayunar, enseguida me dirigí hacia donde ella estaba, y al entrar a la cocina me dijo con una cálida voz:

Mamá:

Buenos días -dijo con una sonrisa en su cara- debes apurarte, falta poco para que comiencen tus clases.

Irene:  

Buenos días mamá -dije un poco dormida-.

Después de comer me despedí de mi mamá y fui a la parada para esperar el autobús, unos minutos más tardes ya me encontraba en el aula de clases hablando con mis compañeros hasta que llega la profesora Anna, la cual nos saluda y empieza a dar la clase. De repente la directora detiene la clase para comunicarle algo a la profesora y al terminar de informarle el comunicado se retiró, enseguida la profesora nos reúne para anunciarnos algo que nos tomó a todos por sorpresa:

Profesora Anna:

Este día la clase va a terminar rápido ya que un virus acaba de llegar a la ciudad, y como consecuencia a esto la vida como nosotros la conocíamos va a tener que cambiar por un tiempo. No podremos salir de nuestras casas ni estar cerca de nuestros amigos.

Nosotros le preguntamos a la profesora un poco dudosos de que trata dicho virus, a lo cual ella nos respondió:

Profesora Anna:

El coronavirus es un virus que causa enfermedades respiratorias que pueden ir desde un resfriado común hasta enfermedades más graves como MERS y SRAS. Este virus se descubrió hace poco tiempo en una ciudad de China llamada Wuhan, y se llama así porque si lo ves desde un microscopio sus extensiones que lleva encima de su núcleo se asemejan a la corona solar. Algunos de sus síntomas son fiebre alta, cansancio, tos seca y dificultad para respirar.

Yo y mis compañeros nos veíamos un poco alarmados y con miedo ya que aún no entendíamos realmente como había llegado aquel virus a modificar nuestras propias vidas.

Profesora Anna:

pero no teman no hay muchos casos de contagios en niños y si hay son casos de escasa gravedad, lo que sí tenemos que hacer es proteger a nuestros padres y abuelos pues los adultos son los que poseen más riesgos en contagiarse.

Después de que la profesora nos indicara esta información me sentí más aliviada, pero me preocupaba la salud de mis padres así que le preguntarle a la profesora:

Irene:

Profesora Anna, -levanté la mano- ¿qué podemos hacer para defendernos de este virus?

A lo cual la profesora me respondió:

Profesora Anna:

Hay varias precauciones que se pueden adoptar para reducir la probabilidad de contraer el COVID-19, estas pueden ser lavarse las manos con gel antibacterial o agua y jabón frecuentemente; mantener una distancia mínima de seis pies; evitar tocarse la cara, boca o nariz; utilizar correctamente el tapaboca; y sobre todo mantenerse en casa.

Un rato después cuando ya me encontraba en casa con mis padres me encerré en mi habitación para pensar en cómo podía librarme del coronavirus, y de repente aparece frente de mi ventana nada más ni nada menos que el coronavirus grande y temible:

Coronavirus:

Hola Irene -dijo con una voz aterradora- ¿Puedo entrar?

A lo cual yo le respondí:

¡No, tu no entras! -dije enojada con mi tapaboca puesto-.

Al coronavirus no le importó lo que dije y sin pensarlo entró a mi habitación, pero con lo que no contaba era que mis padres entraran a detenerlo:

Papá:

¡Hey, ya la escuchaste aléjate! -exclamó-.

En ese momento mi mamá le hecho alcohol al coronavirus haciendo que el retroceda hasta llegar a la ventana para que mi papá lo empuje, y con un movimiento rápido cierro la ventana haciendo que el virus se quede fuera de la casa.

Irene:

¡Tú te quedas afuera! -dije con una sonrisa victoriosa en mi cara-.

En ese momento aprendí a cuidar la salud de mis padres e igual que la mía, y me demostré a mí misma que ni siquiera un virus puede detenerme.

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